La voluntad y las decisiones de las personas de éxito


Salida esta mañana a la preciosa ciudad de Porto (Oporto), donde estaremos reunidos a lo largo de tres días para analizar y planificar la nueva temporada 2017-2018.
He estado leyendo, en el nuevo número de ‘Mente Sana’ (la revista que edita Jorge Bucay y dirige Ana Rodrigo, el artículo de portada: ‘Voluntad para tu cerebro. Hábitos para conseguir lo que deseas ser o hacer’ de Estanislao Bacharach, doctor en Biología Molecular. “Cada célula de tu cuerpo está en un proceso de constante transformación”. Las células del instestino se renuevan cada 2-3 días, las de la piel cada dos semanas, los globulos rojos viven unos meses, tus músculos y huesos cada 10-15 años. También cambia la expresión de los genes, que creíamos inmutable. “El cerebro no sólo aprende, sino que también quiere crecer y curarse”. Queremos mejorar los resultados, pero los resultados dependen de nuestros hábitos.
El Dr. Bacharach nos sugiere:
1. Hacer una pausa. “Si con un estímulo empiezas a sentirte mal, en la medida de lo posible retírate”.
2. Respira profundamente. 3-4 veces es suficiente. Más neuronas limpias, alimentadas y repirando mejor equivale a pensar mejor.
3. Focaliza. Pon tu espalda recta, lo que favorece el traslado más eficiente de los mensajeros neuroquímicos desde la médula espinal hacia el resto del cuerpo. Si funcionas en automático, no hay cambio posible.
Y entonces, activa tu voluntad. Estanislao nos recuerda que Roy Baumesiter (Universidad de Florida) fue uno de los pioneros en el estudio de la voluntad y comprobó que es limitada. Los niveles de azúcar en sangre caen tras activarla, y el descenso de energía reduce el autocontrol.
¿Cuáles son los seis hábitos para ganar en voluntad?
1. Una dieta equilibrada (proteínas sin grasas, nueces, judías, fibras y cereales, frutas y vegetales) que mantengan adecuados niveles de azúcar en el cerebro. Comida en estado natural, sin agregados de grasas, química ni azúcares.
2. Dejar de beber bebidas light, porque sacan la glucosa de la sangre anticipando el pico que está por llegar. Menos energía, menos autocontrol, aumento de peso (toda una paradoja).
3. Disminuir las respiraciones, a 4-6 por minuto. Si respiramos más despacio de lo normal, activamos el córtex prefrontal (pensamos mejor) y aumentamos la variabilidad del ritmo cardiaco. Pero sin contener la respiración, porque eso provoca estrés.
4. Disfrutar del ejercicio físico. Esto genera mayor materia gris (nuestras neuronas) y de la materia blanca (que las protege). Si nos divertimos, mejor.
5. Dormir las horas necesarias. Cuando descansamos poco, a las células les cuesta absorber las neuronas del flujo sanguíneo.
6. Meditar “aunque sea mal”. No es eliminar los pensamientos, sino aprender a no estar tan perdidos en ellos. Con el tiempo la práctica se hace más efectiva.
Me ha gustado esta reflexión desde la biología molecular. En la misma publicación, el estudio del Dr. Mathöt (Universidad de Groningen) que demuestra que en el cerebro lenguaje, pensamientos y reacciones fisiológicas están todos asociados. “Si lo piensas (o lo dices), el cerebro lo realiza”. También el impacto de ser agardecid@: baja la tensión arterial, mejora las defensas, reduce el riesgo de depresión, ansiedad y abuso de sustancias.
El filósofo Gabriel García de Oro nos anima a “aprender de nuestra infancia”, con seis consejos: poner el corazón (dibujar, un abrazo), divertirnos con cualquier cosa, asombrarnos por un mundo maravilloso (“la capacidad de asombro nos conduce a la filosofía”, Aristóteles), caernos para levantarnos, estar con los demás (la vida son los otros), dar rienda suelta a la creatividad. Sabios consejos, para recuperar el niño que llevamos dentro.
En otro orden de cosas, el inmunólogo tumoral Pere Gascón (Universidad de Barcelona) relaciona el estrés crónico con el cáncer, porque nos pone en riesgo de crear un ambiente proinflamatorio (defensas más bajas). Todos producimos mutaciones celulares todos los días (nuestro organismo produce trillones de células). El estrés intenso y continuado puede provocar que estas mutaciones no se eliminen. El yoga, el taichí, la meditación, los alimentos antioxidantes ayudan.
Elizabeth Silvestre, doctora en biología, nos recomenda “baños de bosque”. Efectos: disminuye el cortisol y el estrés, baja la tensión arterial, es un buen protector del corazón, alivia el dolor crónico fortalece el sistema inmunitario y mejora los trastornos del sueño. Para la nueva temporada, al menos una vez al mes un “Shinrin Yoku”, un buen paseo por el bosque.
Además, un especial Alzheimer muy completo y, de Laura Gutman, un análisis del proceso de separación con sus dos protagonistas: “Vivir en pareja requiere madurez”.
Mi enhorabuena y gratitud al equipo de Mente Sana. Además de contenidos valiosos, el estilo de la revista es de una estética muy cuidada.
                        
También he estado leyendo un artículo de Fast Company escrito por Stephanie Vozza, ‘Cómo toma las decisiones la gente de éxito’. Está basado en las investigaciones de Mike Whitaker, autor de ‘The decisión makover’ (La sesión de decisiones. Un enfoque intencional para vivir la vida que quieres). Mike parte de la importancia de decidir libremente: “la vida no nos pasa; somos participantes activos”. La mayoría de las personas aprenden qué no hacer; las de éxito cuentan con una forma metódica de ver las opciones”. Estas personas triunfadoras saben que hay pequeñas decisiones (que influyen en el día a día), decisiones de tipo medio (por un año) y grandes decisiones (para toda la vida). Sobre las pequeñas, no se preocupan; se divierten. Las mayores se toman una o dos veces al año; por ello son conscientes de que han de ser coherentes con sus objetivos. Su estrategia es:
- Ponerse unos cinco grandes objetivos y centrarse en ellos.
- Identificar sus prioridades vitales y tenerlas en cuenta a la hora de tomar decisiones.
- Comprobar que sus decisiones son coherentes con los objetivos que se han marcado.
- Apreciar la situación, identificando los objetivos de moverse en la dirección adecuada.
Y cuando, aún así, toman malas decisiones, en lugar de hacer como el resto d ela gente (esconder la cabeza bajo el ala), se mueven rápido para corregirlas y actúan rápidamente. Practican “el gran reseteo” para aprender a toda velocidad y volver al cauce que se han marcado. Los mejores reconocen cuándo no es el momento o dónde no es el lugar para tomar una decisión. Y no quietren que los demás decidan por ellos. “Lo bueno de la vida es para quienes deciden voluntariamente”.

La canción para este inicio de semana, de Michael Bublé: ‘Feeling good’ www.youtube.com/watch?v=Edwsf-8F3sI          

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