Días de descanso en la Costa Blanca. Playa,
descanso, arroz… relax para encarar el segundo trimestre del año con energía.
He estado leyendo ‘Retrotopía’, el libro
póstumo del sociólogo polaco Zigmunt Bauman (1923-2017). Le debo mucho a este
pensador, premio Príncipe de Asturias, que acuñó mi definición preferida de
arte (“un don personal que transforma al receptor”) y cuyo concepto de “mundo
líquido” aplicamos a las “organizaciones líquidas”, que atraen e incorporan
talento más allá de su crecimiento y desvinculan profesionales (que serán más
felices en otros sitios) aunque no estén en rentabilidades negativas.
Para Bauman, “estamos en la era de la
nostalgia”. Cita a Walter Benjamin y al “Ángel de la Historia” de Paul Klee. La
nostalgia es un “idilio romántico con nuestra propia fantasía personal”
(Svetlana Boym). Como en la ‘Utopía’ de Tomás Moro, hace 500 años, se trata de
un rechazo y posteriormente de una resurrección. La nostágica “retro-topía” es
la negación de la negación de la utopía. Más concretamente:
- Una
vuelta a Hobbes, al Estado poderoso y al uso (legal) de la violencia. “Violencia
en la política y temor en nuestras vidas”. Guerra líquida por los Estados, un
millón de armas descontroladas, la metáfora del “campo de minas” (Yuri Lotman).
Fenómeno del “copycat” (del “copión”), con la distinción cartesiana entre el
sujeto activo que moldea y el pasivo maleable. Suelo fértil para las semillas
de la violencia; ira acumulada, autotélica (es su propio motivo y fin), que
aprovechan los populismos. “Terrorismo suicida”, “derrota de los nuestros” (65%
de los estadounidenses, según los datos del Pew Center). Presencia de numerosos
Leviatán.
- Una
vuelta a las tribus, a los grandes vecindarios, al “tribalismo”
(Rozenblit), al “cambio de paradigma” de las comunidades por la emocionalidad
(Celia de Anca). Resurección de la mentalidad tribal, “Faith in Fakes” (Fe en
las mentiras, siempre que sean las que nos convienen). Lakoff: Las personas no
votan necesariamente en función de sus intereses, sino de su identidad.
“Algunas personas creen que es peor que ser racistas el que les llamen
racistas” (Lindy West, The New York Times, 11 de marzo de 2016). “El atractivo
de los populistas es que da voz a la ira de los excluidos” (Dani Rodrick,
Harvard, La ira de los excluidos). Anthony D. Smith, el mayor experto británico
en nacionalismos, explica por qué están en auge: la experiencia de vivir en un
mundo atravesado de fronteras. “Tras la globalización de los capitales, las
mercancías y las imágenes, ha llegado la hora de la globalización de la
humanidad” (Michel Agier, experto en migraciones). Vuelta a las tribus en lugar
de “fusión de horizontes” (Gadamer).
- Una vuelta a la desigualdad. “Hay dos
Estados Unidos diferentes” (John Edwards, candidato a VP, convención demócrata
de 2004). En los 80 (Reagan, Thatcher) se rompió la “dependencia mutua” entre
capital y mano de obra. Branko Milanovic, gran experto en desigualdad de renta,
habla de “tormenta perfecta”. El 10% de los más ricos en EE UU posee el 86% de
la riqueza. En el planeta, la mitad más pobre posee el 1% de la riqueza total
mundial. Es la época de mayor desigualdad desde la Edad media, precisamente en
la “era de las expectativas crecientes” (Robert Heilbroner). “Hipótesis de la
curva en J” de C. Davies, abono para la revolución. “La solidaridad es un lujo
caro” (Paul Verhaeghe). “En esta era de privilegiados, no todo el mundo viaja
en el mismo barco” (Nelson D. Schwartz, The New York Times, 23 de abril de 2016).
Daniel Raventós (y muchos otros) creen que la renta básica universal ha de
imponerse. Ha de ser un bien social, a individuos y no a familias,
independiente de otros ingresos, trabaje o no.
De bienestar como “welfare” a bienestar como “workfare”. “Es la solución
a un problema mucho mayor: la desaparición del empleo mismo” (Paul Mason,
Postcapitalismo). Adiós a la “utopía basada en el trabajo”. La renta básica
como “justicia” (Phillipe van Parijs).
- De
vuelta al seno materno. Es “la privatización de la esperanza” (Ronald
Aronson, Boston Review, 26-IV-2016). “Se trata de que las personas en general
nos convenzamos de gastar en cosas que no necesitamos para crear en personas
que no nos importan impresiones que no perduran” (Tim Jackson, Universidad de
Surrey). Es “la edad de la aquiescencia” (Steve Fraser). La sustitución del
“homo economicus” por el “homo psicologicus” (Christopher Lasch). Del
Pigmalion/productor al Narciso/consumidor. De “trastorno de la personalidad” a
“trastorno de la sociedad”: delirios de grandeza y extrañamiento de su interés
respecto del mundo exterior. El “wellness” como exigencia moral (Carl
Cederstrom y André Spicer). La salud como ideología, como un estigma. Es “la
teoría sueca del amor” (Eric Gandini): el 58% de las personas de Estocolmo vive
en viviendas unifamiliares y el consumo de ansiolíticos ha aumentado un 25% en
20 años. La soledad es “el virus de la era moderna” (Tony Jeton Selimi). “El
amor es un remedio en una era de soledad”. Fuera de la polis (ya lo dijo Aristóteles),
“o ángeles o bestias”. No somos precisamente ángeles y no estamos dispuestos a
aceptar que somos meras bestias. “Se nos presiona para que nos amoldemos”
(Frank Bruni). Pasamos cada vez más tiempo con gente que piensa como nosotr@s”
(Jonathan Haidt, La mente virtuosa, 2012).
Un libro que da mucho que pensar. O hacemos
algo (consciente y globalmente) o “nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro
propio entierro en una misma y colosal fosa común”. Gracias, Zygmunt Bauman,
por estas reflexiones que buscan la rectificación de defectos colectivos.