El mito de los nórdicos perfectos. Verdades y mentiras de la Utopía escandinava

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Y en España. anoche el avión llegó a eso de las 12,30 horas, después de casi tres horas de vuelo. Madrid nos recibió despejado, con el doble de temperatura que Copenhague. Han sido 15 días sumamente interesantes, de introspección y de serenidad, de diversión y alegría con Zoe.
En el Ferry desde Oslo a la capital danesa estuve leyendo uno de los best-sellers de esta temporada en aquellos países: ‘The Almost Nearly Perfect People. Behind the Myth of the Scandinavian Utopia’ (La gente casi casi perfecta. Más allá del mito de la Utopía escandinava), del británico Michael Booth, que vive en Dinamarca, ha visitado el resto de países escandinavos y hablado con expert@s sobre la idiosincrasia nórdica.
El autor comienza con Dinamarca. ¿Cómo es posible que según el Índice de Satisfacción con la vida (Universidad de Leicester, Departamento de Psicología) ese país sea el más feliz del mundo? “Esta tierra plana, oscura, húmeda, torpe que ahora llamo hogar, con un puñado de gentes estocas y sensibles, que pagan los más altos impuestos del planeta”. En Dinamarca, saltarse el semáforo en rojo está en contra de la etiqueta social; son luteranos por naturaleza y observancia ritual. Están en el Top de Europa en Felicidad desde que hay Eurobarómetro, desde 1973. En la encuesta de Gallup (155 países), lo mismo. Valora el apoyo social, la libertad y la falta de corrupción: el 82% de los daneses están encantados con su país, sólo el 1% sufre (en Togo, es el 1% el que está encantado). Los daneses se puntúan 7’9/10 en su experiencia diaria. De hecho, entre los siete países más felices del mundo, además de Dinamarca están Finlandia (2º), Noruega (3º) y Suecia (7º). Para Naciones Unidas, Dinamarca y Finlandia poseen la mejor calidad de vida, Noruega destaca en el Índice de Desarrollo Humano y Suecia es el mejor país para vivir si eres una mujer. “Si pudieras volver a nacer, lo mejor es que fueras vikingo” (The Economist). Veamos qué hay de cierto en todo ello.
La supremacía en la Felicidad de Dinamarca se basa en su propia convicción. El 20% de su población laboral (754.000 personas entre 15 y 64 años) está desempleada, pero recibe generosas subvenciones. En tiempos, con la reina Margarita, Dinamarca dominaba toda Escandinavia (Unión de Kalmar, 1397). Desde entonces, el territorio ha ido menguando y Churchill llamó al país “el canario de Hitler”. Su “edad de oro” cultural fue la de Andersen, Kierkegaard y el existencialismo. Es el país de Europa donde menos han invertido los chinos y cuenta con una cabaña porcina de 28 millones anuales (paraíso del bacon). Se consideran “una sociedad sin clases”, con un coeficiente de Gini (de distribución de la riqueza) que es el peor de todos los nórdicos. Sin embargo, como la Felicidad es subjetiva, el 83% de los daneses confían en sus compatriotas, están muy orientados al consenso (cohesión social), proveen de igualdad de oportunidades a través de la educación y sanidad gratuita. Será por la cultura vikinga o por el Estado del Bienestar, pero presumen de equidad. Pagan impuestos por el 72% , con un IVA del 25%. Y consumen más azúcar (7’81 kgs de caramelos por habitante) que nadie en el planeta. Su sistema político se ha ensalzado en una serie de éxito (Borgen) como una profecía autocumplida. ¿Por qué son tan felices? Por sus amistades (74%), familia (70%), viajar y deporte. El 54% no teme a la muerte. Ningún líder político ha sido asesinado en siglos.
Islandia fue ejemplo de burbuja (financiera, inmobiliaria) en 2008-9 y encontró su propia fórmula para salir de la crisis (“un delito sin criminales”). Su clase intelectual se ha educado en Dinamarca, aunque ellos se consideran más finlandeses (la bebida, la oscuridad, su peculiar humor). Más de la mitad de los islandeses creen en los elfos. “En realidad, son noruegos occidentales con un toque céltico”.
Los noruegos son patrióticos (un 35%, anti-inmigrantes), muy amantes de la naturaleza (frilusliv = vida al aire libre) y se convirtieron en ricos (casi de la noche a la mañana) en los 70 por el petróleo. Por ello sufren de “mal holandés” (un tercio de ell@s en edad laboral no trabajan). Un millón vive del Estado. “Noruega ha sido de alguna manera siempre periférica, aislada e introvertida”.
Finlandia es el país de Santa Claus, que “vive” a 20 kms de Rovaniemi. El autor cree que los finlandeses son fantásticos, si bien lideran el ranking de consumidores de ansiolíticos y antidepresivos. Su lenguaje es como un Lego: se monta y se desmonta. Son taciturnos y fríos, hípermodestos, con escasa inmigración (apenas el 2’5% de la población; sus vecinos suecos, más de un tercio del total). Tienen fama de alcohólicos y presumen de su sistema educativo (básicamente, pagan bien a los profesores y tod@s l@s docentes han estudiado pedagogía). Ganaron Eurovisión con heavy-metal (Lordi), consumen más helados que nadie en Europa (14 l/persona/año) y tienen más bailarines de tango que Argentina. Son la sociedad “más masculina” de todos los nórdicos con una extraña relación con los suecos y con los rusos (satélite de la URSS durante décadas).
De Escandinavia, Suecia es el país más poblado (9’3 M personas), el de mayor éxito, el más influyente. El de economía mixta y política de consenso, que ha probado con gran éxito el multiculturalismo. El de Tetra Pak, H&M, Atlas Copco, Eriksson, Volvo e IKEA. Se considera “neutral”, si bien es uno de los mayores productores de armas del mundo. Un país sexy, con “síndrome de Estocolmo” (que ama a su secuestrador). Un modelo de integración (un@ de cada seis suec@s ha nacido fuera del país; un tercio procede de otras culturas), dominado por la socialdemocracia en el siglo XX. La autoeficacia y la meritocracia como valores compartidos.
En el epilogo, Michael Booth comenta: “Para alcanzar la Felicidad auténtica y sostenida, sobre todo tienes que estar a cargo de tu vida, en control de lo que quieres ser, y hacer los cambios adecuados si no es así (…) En Escandinavia es una realidad. Estas son las tierras reales de la oportunidad”.
Más allá de las luces y las sombras, tenemos mucho que aprender de la convicción y sana autoconfianza de los daneses, de cómo la riqueza (del petróleo) se transforma en bienestar social de los noruegos, de la integración y multiculturalidad de los suecos, de la capacidad de transformarse tras la crisis de los islandeses…
Un sociedad libre. ¿La canción de hoy? ‘You don’t own me’, en la versión de Grace: www.youtube.com/watch?v=8SeRU_ZPDkEYou don't own me/ I'm not just one of your many toys/ You don't own me/ Don't say I can't go with other boys”, “Don't tell me what to do/ And don't tell me what to say/ Please, when I go out with you/ Don't put me on display”.