Feria del Libro de
Madrid 2016. Esta mañana de domingo he estado firmando ejemplares de ‘Nuevo
Management para Dummies’ con Ana María Castillo en la caseta de Planeta (#263)
de 12 de la mañana a las 2 de la tarde. Desde que era un bebé, mi hija Zoe me
ha acompañado siempre en este clásico de primavera. Como ahora está estudiando
en el extranjero, han venido mis sobrinas Carolina y Cristina. Gracias a ellas,
a sus padres, a Roger Domingo y el equipo de Planeta por esta mañana ferial.
Canción matinal: ‘Contigo
en la distancia’ por Serrat en un programa de Antena 3 con Encarna Sánchez: www.youtube.com/watch?v=o3K6pc37O1I
“No hay bella melodía/ en que no surjas tú”.
He estado leyendo
‘El poder de ser vulnerable’ (Daring Greatly) de Brené Brown. Investigadora de
la Universidad de Houston, esta socióloga lleva 13 años analizando la conexión
humana, la capacidad de empatizar y la relación entre la valentía, la dignidad
y la felicidad.
El libro parte de
“lo que significa atreverse a arriesgarse”. La frase es del discurso “La
ciudadanía de la república” de Theodore Roosevelt en la Sorbona (23 de abril de
1910): “No es el hombre crítico el que importa (…) El mérito es del hombre que
está en el ruedo, con el rostro cubierto de polvo, sudor y sangre; del que
lucha valientemente; del que yerra; del que fracasa una y otra vez, porque no
hay intento sin error ni fallo; del que realmente se esfuerza por actuar; del
que siente grandes entusiasmos, grandes devociones; del que se entrega a una
causa digna; del que, en el mejor de los casos, acaba conociendo un triunfo
inherente a un gran logro; y del que, en el peor de los casos, si fracasa, al
menos habrá fracasado tras haberse atrevido a arriesgarse con todas sus
fuerzas”.
Esto es
vulnerabilidad. Brené se atreve a compartir sus “aventuras en el ruedo” y se
centra en la cultura de la escasez: “nunca es suficiente”. Nunca eres
suficientemente buena, perfecta, delgada, poderosa, exitosa, inteligente,
segura, extraordinaria… Una cultura de vergüenza, comparación y conexión, que
incluye una serie de mitos sobre la vulnerabilidad: la vulnerabilidad “es
debilidad”, “no va conmigo”, “es pasarse de la raya” y “hacerlo por nuestra
cuenta”.
Para la Dra. Brown,
la vulnerabilidad es “incertidumbre, riesgo y exposición emocional”: compartir
una opinión que no es popular, pedir ayuda, decir no, enamorarte, hacer algo
nuevo, llevar a tu novio a casa, admitir que tienes miedo, ser responsable,
pedir perdón, tener fe… “La confianza se construye canica a canica” (en
palabras de John Gottman, “en cada interacción existe la posibilidad de
conectar con la pareja o alejarse de ella”).
Vulnerabilidad y
vergüenza. “Atreverse a arriesgarse exige autoestima”. La vergüenza la provoca
el diálogo interior (los Gremlins Ninja) y es difícil hablar de ella porque,
aunque tod@s la sentimos, “cuanto menos hablamos de la vergüenza, más control
tiene sobre nuestra vida”. ¿Qué hacer con ella? Reconocerla, practicar la conciencia
crítica, comunicarte (compartir tu historia), hablar de la vergüenza. Porque el
cerebro funciona como un “equipo de rivales” (David Eagleman, ‘Incógnito’) que
“mantienen una conversación incesante”. El coraje se entrena.
Hombres y mujeres
sienten la misma vergüenza. Las mujeres, como una telaraña (“doble vínculo”);
los hombres, como una caja (ser blando, inútil, fracasado, imperfecto). Y
responden a ese sentimiento de debilidad, “cabreado o cerrado”. La clave es
volverse auténtic@.
Los escudos de la
vulnerabilidad, según la autora, son temer la dicha (para atreverse a
arriesgarse: practicar la gratitud), el perfeccionismo (el antídoto es “valorar
la belleza de las fisuras”), anestesiarse (contra él: poner fronteras,
sentirnos verdaderamente cómod@s y cultivar el espíritu), ser vikingo o
víctima, ganar o perder (para atreverse a arriesgarse: redefinir el éxito,
reintegrar la vulnerabilidad y buscar ayuda), compartir en exceso soltándote la
melena (el foco cegador, que se combate aclarando las intenciones y cultivando
la compasión) o llevándote el botín (la vulnerabilidad como instrumento de
manipulación; el antídoto es cuestionarse las intenciones), serpentear (frente
a ello, estar presente, prestar atención y avanzar); finalmente, el escudo del
cinismo, la crítica, el pasotismo y la crueldad (atreverse a arriesgarse es
andar por la cuerda floja, practicar la resiliencia a la vergüenza y evaluar la
viabilidad). “Lo que importa no es lo
que haces, sino por qué lo haces” (Louden).
Estrategia y
cultura para la desconexión. “No podemos dar a los demás aquello que no
tenemos. Quiénes somos es infinitamente más importante que lo que sabemos o que
lo que queremos ser”. Hay desconexión cuando los valores aspiracionales son la
honradez, la responsabilidad, la gratitud y el respeto, poner límites y los
valores vividos son justificarlo todo, lo rápido y lo fácil, burlarse, el
pasotismo. El poder te lo da practicar lo que predicas.
Líderes y
educadores, cuando la vergüenza ha invadido nuestra cultura. “Cuando estamos
desconectados, no damos la cara, no contribuimos y las cosas dejan de
importarnos”. Una cultura de “atreverse a arriesgar” es una cultura de feedback
(retroalimentación), de conversaciones comprometidas. Hemos de crear un
“espacio seguro para la vulnerabilidad”. “Hay poco liderazgo porque hay pocas
personas dispuestas a soportar la incomodidad que supone liderar” (Seth Godin).
Renée Brown incluye un manifiesto de liderazgo y de crianza genuina (“apoyar a
nuestros hijos implica apoyo mutuo”) para atreverse a arriesgarse. En el
apéndice, donde explica su proceso de investigación, la autora cita a Machado:
“Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar”.
Me ha gustado mucho
este libro y la dedicatoria de Renée a su pareja, Steve: “Tú haces que el mundo
sea mejor/ y que yo sea una persona más valiente”.
En la prensa de
ayer, Justin Timberlake, ‘el nuevo galán’: “El chico blanco más funky rebosa
madurez artística y plenitud personal tras su paternidad”. Una canción suya,
muy recomendable, es ‘Love never felt so good’, con Michael Jackson: www.youtube.com/watch?v=oG08ukJPtR8
“If
you really love me/ it's in and out my life/ in out baby/
so baby, yes,/ love
never felt so good”.