Cómo caemos como incautos en las trampas del mercado, por los Nobel Akerlof y Shiller

Tenía ganas de leer ‘La economía de la manipulación. Cómo caemos como incautos en las trampas del mercado’, por George A. Akerlof y Robert J. Shiller. Ambos publicaron juntos ‘Animal Spirits’ (2009), un libro cumbre de la Economía Conductual del que hablé en ‘Del Capitalismo al Talentismo’ (2012). El profesor Akerlof (Berkeley) es Nobel de Economía 2001 y el profesor Shiller (Yale) fue galardonado con el Nobel de Economía en 2013. Como nos recuerda el profesor Ontiveros (UAM) en un espléndido prólogo: George, por la información asimétrica y sus consecuencias en el comportamiento de los mercados; Bob, por el análisis de precios (volatilidad) en los mercados de activos financieros. Es natural que estas dos referencias, entusiastas del sistema de libre mercado, nos expliquen las trampas del mercado.
Parten de uno de los mayores inventos de finales del XIX, junto con el automóvil, el teléfono, la bicicleta o la luz eléctrica: la máquina tragaperras. En sus inicios, década de 1890, servía para vender chicles o cigarrillos. Después, para el juego. Arruinaron la vida de muchos, hasta que intervinieron los reguladores y las relegaron a Nevada. En ese estado gastan el 4% de su renta en juego, nueve veces la media nacional. “Las nuevas máquinas son adictivas por diseño” (Natasha Schüll, MIT, 2012). Sí, los mercados son útiles, pero cuidado con el “phising” (perpetrar un fraude en internet obteniendo información personal). Este texto, en su original, se llama ‘Phising for phools’.
Hay dos clases de incautos: psicológicos e informacionales. De los primeros, los hay emocionales y cognitivos. Como ejemplos, Enron (la empresa más innovadora 1995-2000 según Fortune), la inseguridad financiera, la salud (tabaco, alcohol), la macroeconomía (subprime) o el mal gobierno (lobbies).
Los autores lo llamaban “equilibrio manipulativo” y citan los casos de Cinabon, los gimnasios y “el mono en el hombro” (los gustos). El libre mercado es un “óptimo de Pareto”.
La primera parte es ‘Facturas impagadas y crac financiero’. Nos habla de Suze Orman, que ha vendido 3 M de ejemplares de ‘9 pasos para la libertad financiera’. Su tesis es que la mayoría tiene complejos emocionales respecto al dinero y cómo gastarlo. La mayoría mantiene menos de la renta de un mes en efectivo. Keynes habló de “las posibilidades económicas de nuestros nietos” en 1930, pensando en 100 años más tarde. Va a acertar en que la renta se haya multiplicado por 8 (ya lo ha hecho por 5’5); pero no en que la semana laboral sería de 15 horas y aumentaría la renta disponible. “La tentación se expone ante nosotros”. “El equilibrio de libre mercado genera una oferta de anzuelos para cualquier debilidad humana”.
“Minería de reputación”. Si tengo fama de vender aguacates de calidad, te puedo vender aguacates peores al precio de uno maduro y perfecto. Akerlof y Shiller nos hablan de Goldman Sachs, una sociedad que en 1970 contaba con un capital de 50 M $ y en 2005 de 28.000 M $ (con unos activos de 700.000 M). En la “banca relacional”, la confianza es lo esencial. “Las altas calificaciones otorgadas por las agencias de calificación aislaban el mito. Mientras el mito permaneció intacto, la economía de la manipulación fue rentable al máximo”.
La segunda parte trata de la Manipulación en muchos contextos. En la publicidad, donde nos presentan a tres “mad men”, entre los mejores publicistas del siglo XX: Albert Lasker (el poder de la narración), Claude Hopkins (campañas), David OGilvy. “Considero los negocios como un juego, y en ese juego participo” (Hopkins).  Como los abogados, que defienden a sus clientes aunque sean culpables, los publicistas hacen por vender los productos aunque reduzcan el bienestar de la población. Es interesante la comparación entre la campaña presidencial de Harding de 1920 y la de Obama de 2012. Toda la literatura es variación de 20 historias básicas (Ronald Tobias).
Fraudes relativos a coches, casas y tarjetas de crédito. Timos en los concesionarios (por segmentos de clientes), en la compraventa de viviendas, en las tarjetas (nos dejan que las usemos “gratis”, con un altísimo coste de deuda). En la política (lobbies): votantes desinformados. “El nexo entre la acción del lobby y los fondos de campaña, el Congreso y los intereses es un caldo de cultivo para la economía de la manipulación”.
Industria alimentaria y farmacéutica. Akerlof y Shiller nos cuentan los casos del Vioxx, de la FDA, de la industria cárnica en Chicago. Innovación: según Solow, 7/8 del crecimiento económico es por la innovación (invenciones como Facebook, las clasificaciones y la máquina de liar cigarrillos). Manipulación en las cuatro grandes adicciones: tabaco, alcohol, drogas y juego. La quiebra como juego: préstamos. Cuando la inflación alcanzó el 13’5% a principios de los 80, Paul Volcker estranguló la economía. Contagio al sector inmobiliario.
Michael Milken pescó con “bonos basura” como cebo. Su labor en los 70 y 80 le llevó a ser millonario (“sus bonos eran basura desde sus inicios”) y a la cárcel (Ivan Boesky, autor de la frase “Greed is Good”, la avaricia es sana, le traicionó). El de Milken es un ejemplo de calificaciones distorsionadas, la profecía de que era un genio, una nueva desigualdad, equilibrio manipulativo, mercados financieros y volatilidad de precios.
En esta economía de la manipulación también hay resistencias y héroes. Certificaciones (Stuart Chase y Frederick Schlinck, 1927), “los guardianes” (Londres, 1776), héroes gubernamentales y regulatorios.
Conclusión: el gobierno era el contrapeso útil a los excesos de los mercados, hasta que se difundió que “el gobierno es el problema”. Como ejemplos, la Seguridad y su reforma (en EEUU), la regulación de mercados financieros, Citizens United (presión a políticos). “A los incautos les va mal a manos de los manipuladores”.
Un libro muy interesante, apoyado por Fortune, The Economist, el Financial Times y economistas de prestigio como Dani Rodrik y el premio Nobel Joseph Stigliz.