Domingo de fútbol con
Zoe (partido de las juveniles del Canillas Femenino contra el Atlético de
Madrid a las 3, convocadas a las 2, por lo que hemos tenido que hacer brunch),
de lecturas y de cine. Esta mañana he visto una de las películas españolas del
año, ‘Requisitos para ser una persona normal’, escrita, dirigida y
protagonizada por Leticia Dolera. María de las Montañas se presenta en una
entrevista de trabajo como “una persona normal”. “Una persona normal es aquella
que tiene un trabajo, una casa, una pareja, aficiones, vida social, vida
familiar y que es feliz”. Sin embargo, ella no cumple ninguno de esos siete
requisitos. Una treintañera en paro que con su licenciatura en marketing
pensaba que se comería el mundo y como la han echado de su piso por no pagar el
alquiler tiene que volver a casa de madre (que desde hace 5 años vende
Thermomix). “La última vez que hablamos es porque se me disparó el móvil sin
querer”. “No recuerdo la última vez que alguien me gustó de verdad”. “¿Qué es
la felicidad? No lo sé”. Una comedia fresca a lo “indie” en la que la Dolera se
marca un “Miranda July” (guión, dirección, actriz) de celebración de la
diferencia. Bajo la apariencia de bunerollismo a lo Amélie, fina ironía. 3
nominaciones a los Goya y 3 a los Feroz, 3 premios del Festival de Málaga
(guión novel fotografía y montaje). 4 estrellas sobre 5 para Fotogramas y
Cinemanía.
El
Capitalismo pretendía que tod@s fuéramos normales; el Talentismo es consciente
de que el mundo es paretiano, de 20% y 80%. Se nos han ido dos grandes, cada
uno en lo suyo: Umberto Eco y Nando Yosu.
El
piamontés Umberto Eco (1932-2016) fue un maravilloso experto en semiótica que
ganó celebridad popular con ‘El nombre de la rosa’. Doctor en Filosofía y
Letras, se convirtió en profesor de Comunicación Visual en la Universidad de
Florencia en 1966. Cinco años después obtuvo la cátedra de semiótica en
Bolonia. Publicó ‘El nombre de la rosa’ en 1980, a los 48 años. Recuerda haberla
leído en un viaje del instituto por la Toscana (tendría 17-18 años) y me
fascinó; también la película de Jean-Jacques Annaud. A partir de ahí leí sus
ensayos ‘Apocalípticos e integrados’ y el ‘Tratado de semiótica general’. Comentamos
su texto sobre el Beato de Liébana en el curso de la Universidad Internacional
Menéndez Pelayo en Potes (Picos de Europa) que tuve el honor de dirigir en 2006
y en el que participó José Saramago.
Umberto
Eco fue premio Príncipe de Asturias y recibió el doctorado honoris causa de
unas 40 universidades. Sanamente crítico, especialmente lúcido, puso a caldo
las nuevas tecnologías: “El ordenador es masturbatorio”, “Las redes sociales
son el poder de los imbéciles”, el periodismo actual: “No son las noticias las
que hacen el periódico, sino el periódico el que hace las noticias y saber
juntar cuatro noticias distintas significa proponerle al lector una quinta
noticia”, los padres: “aquello en lo que nos convertimos depende de lo que
nuestros padres nos enseñan en pequeños momentos, cuando no están intentando
enseñarnos. Estamos hechos de pequeños fragmentos de sabiduría”, los libros:
“no están hechos para que uno crea en ellos, sino para ser sometidos a
investigación. Cuando consideramos un libro, no debemos preguntarnos qué dice,
sino qué significa”, la
comercialidad: “el mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee”, la
tele: “Hoy no salir en televisión es un signo de elegancia”, la corrupción:
“Hoy cuando afloran los nombres de corruptos y defraudadores y se sabe más, a
la gente no le importa nada y sólo van a la cárcel los ladrones de pollos
albaneses”, los héroes: “el verdadero héroe es héroe por error. Sueña con ser
un cobarde honesto como todo el mundo”, la propia vida: “¿Qué es la vida sino
la sombra de un sueño fugaz?”. La mejor frase, precisamente de ‘El nombre de la
rosa’: “El Amor es más sabio que la sabiduría”. Gracias, Dr. Eco, por tanta
inspiración y tanto estímulo.
Otra persona nada normal fue Fernando Tría
Zabala, más conocido como Nando Yosu (1939-2016), leyenda del Racing de
Santander. Fue jugador (147 partidos), entrenador (129 encuentros) y secretario
técnico del club. Recibió la insignia de oro y brillantes del Real Racing Club
y la Medalla de Oro del Gobierno de Cantabria, ambas en 2007. Sustituyó como
coach del Racing a Maguregui en 1976, pasó después por varios equipos (Oviedo,
Linares, Granada, Alavés, Ourense, Alzira, Orihuela y Ponferradina) hasta que
regresó a casa en 1994, como ayudante de Vicente Miera. Al año siguiente volvió
a ser primer entrenador y consiguió la permanencia. También en el 98, tras
Marcos Alonso. En el 2002, ascenso como segundo entrenador de Quique Setién. Y
en 2005, su cuarta permanencia. La quinta fue en junio de 2006 tras sustituir
en el banquillo al gran Manolo Preciado. La salvación fue en el penúltimo
partido, remontada ante Osasuna (2-1), con goles de Pablo Alfaro y Antoñito. Un
servidor dirigía proyectos para Sodercan (Gobierno de Cantabria) en la época
del consejero Miguel Ángel Pesquera. Aquellos maravillosos años.
“El Brujo de Munguía” se jubiló en 2009, a
los 65 años; declaró en cierta ocasión:
“No es que haya dedicado mi vida al Racing, es que mi vida es el Racing”. Un
entrenador interino, como lo fueron Vicente del Bosque en el Real Madrid, Paco
Chaparro en el Betis o Santi Denia en el Atlético.
He escuchado una deliciosa entrevista a Nando
Yosu en El Larguero de hace 10 años, tras la permanencia del Racing en Primera:
http://cadenaser.com/ser/2006/05/08/audios/1147044492_660215.html
“Todo lo que ha pasado es bueno”. “¿Cuántos años tienes, Nando? Nunca lo digo. No
te molestes, pero soy mayor”. “Me encuentro bien, estoy bien”. “Soy muy amigo
de los futbolistas, porque yo también he sido futbolista muchos años”. “Estoy a
gusto, estoy bien, creo que puedo responder”. “En mi corazón, el Racing. Mi
vida es el Racing, aparte de mi familia. Y a partir de ahí voy a ser
colaborador del Racing toda la vida”. “¿Se siente valorado? Por la afición, sí”.
“Siempre estaré al lado del Racing”.
Gracias, Nando, por las buenas emociones que
has hecho sentir tantas veces a la afición racinguista y a la buena gente de
Cantabria, mi tierra materna.