Como colofón a nuestra visita a Salzburgo,
anoche estuvimos Zoe y un servidor viendo el DVD ‘In search of Mozart’ (En
busca de Mozart), escrito y dirigido por Phil Grabsky. Más de dos horas
repasando la vida del genial Amadeus, con las opiniones de historiadores,
directores de orquesta, violinistas y pianistas, cantantes de ópera, etc. Un
espectáculo delicioso que deja muy clara, en el desarrollo del talento de este
prolífico compositor (620 obras, mueriendo a los 35 años) la importancia de
haber viajado por 35 ciudades de 8 cortes europeas, su relación con el poder,
con su padre, con su mujer Constanza y sobre todo el valor del aprendizaje.
Leopold se empeñaba en decirle a todo el mundo que poseía un talento innato, y
sin embargo fue la confianza en las capacidades de su hijo, su educación (nunca
fue al colegio, pero se dedicó a él en cuerpo y alma uno de los mejores
profesores, compositores y violinistas de la historia de la música), su
voluntad por absorberlo todo como una esponja, su actividad febril (le dolían
los dedos de componer), sus trabajos de encargo (para emperadores y reyes,
empresarios, amigos), sus ganas de sorprender, su autoexigencia, las que
marcaron la diferencia.
Hablando de educación, gracias a Facebook he
podido recuperar una entrevista del verano pasado a mi admirado Koldo
Saratxaga. Recuerdo que mi buen amigo Joxe Mari me invitó hace unos años al
Foro de Elgoibar, al que pertenecían ambos. Hablamos de El Quijote (mi libro
‘En un lugar del talento’ ya se había publicado) y, por supuesto, de la
libertad. Koldo Saratxaga fue coordinador del proyecto Irízar (mejor empresa
europea del año 2000) y es directivo humanista, escritor y profesor.
De sus profundas reflexiones, me quedo con:
- “A los jóvenes que
vienen les hemos enseñado una jerarquía y ahora pretendemos que actúen como si
no existiera. Pretendemos que sean emprendedores y que innoven, pero seguimos
con el mismo modelo de relaciones humanas basadas en el poder. Y esto no es
ético”. Hace falta una “ética de lo humano” para el ámbito empresarial.
- Ética. Solo desde la ética se puede compartir; es necesario otro
estilo en el terreno de las relaciones personales “porque venimos del mundo de
la organización vertical”. Cambiar este modelo basado en las relaciones
humanas según el poder y las jerarquías es “la gran revolución que hay que
hacer”.
- La transformación ha de superar dos grandes obstáculos. El dinero,
“que ya no solo importa a unos pocos sino a todas las personas”. “El dinero
condiciona totalmente nuestra sociedad. De esta forma, el que más tiene más
puede. Nos han educado a competir y no a compartir. En el colegio, por ejemplo,
consiste en tener que sacar resultados más altos que sus primos, sus amigos o
sus vecinos”. Y el miedo. “Viene de muy atrás. No nos han educado en libertad,
sino en el miedo”.
- La libertad. Según Saratxaga, la libertad tiene que ver con la
capacidad de expresarse y ponerse de acuerdo. “Nuestra sociedad necesita de
ciudadanos maduros, donde se supere este déficit de ordenes jerárquicos, y se
genere una libertad fraternal en la que ni se impone, ni se delega; se
participa”. Este problema de órdenes en las empresas lleva a que no se conozca
a las personas, saber lo que sienten o piensan. “Si no entendemos que la
persona es más que un obrero o un subalterno, donde había cinco personas
acabamos poniendo un robot fácilmente”.
- La empresa. Desde una perspectiva ética, sus pilares son la
eficiencia y el cliente porque sin éstos no hay beneficios, y “sin beneficios
no hay futuro”. Ha de cambiar el concepto de propiedad y combinarlo con la
participación en beneficios. “La posesión de la tierra no es razón para no
compartir el fruto de la cosecha entre quienes han participado en su
obtención”.
- Y sobre todo la educación. “La educación es la clave de un país. A los niños se les educa durante
las 24 horas del día porque un niño está permanentemente acumulando. Y esa
acumulación es mayor gracias a las experiencias o vivencias que tenga”. El
modelo que impera en la escuela es el basado en las notas, en la evaluación, en
lo previsible. “Hay que pasar a un modelo que desarrolle la imaginación y la
intuición. Un modelo más cercano al concepto de que cada persona es diferente,
cada persona es ese diamante único. Bajo esta idea podemos potenciar personas con
pasión, que conecten emocionalmente con lo que hacen”.
Sin embargo, “protegemos y compramos. Estamos haciendo mercenarios
porque los estamos educando a golpe de prestación. Los niños no disfrutan de lo
que obtienen porque no lo viven. No sienten orgullo por conseguir las cosas
porque todo es a cambio de algo”. Es decir, “estamos haciendo mercenarios porque educamos a los jóvenes en que todo
es a cambio de algo".
Muchas gracias,
Koldo, por estas valiosas ideas y por tu quijotesca (en el mejor de los
sentidos), labor. Y de antemano a Joxe Mari, que tan espléndida labor está
realizando en Eibar y que ya encontrará la ocasión para que volvamos a estar
juntos.
No puedo estar más
de acuerdo con Koldo en que la educación
es el pilar fundamental de una sociedad. Como la instrucción convencional
favorece el “mercenarismo” (término que existe en italiano pero no recoge la
RAE, que define mercenario en su cuarta acepción como “hombre que desempeña por
otro un empleo o servicio por el salario que le da”), la generosidad se ha
convertido en una de las cualidades más destacadas para el talento en este paso
del Capitalismo al Talentismo. La generosidad se aprende, se desarrolla por
supuesto; sin embargo, como está tan vinculada a la empatía, que es la competencia
más difícil de elevar, convertir a personas egoístas en generosas no es tarea
sencilla.
Si educamos desde
el miedo (en el colegio o en la empresa), obtenemos autómatas. Si lo hacemos
desde la Libertad (la cercanía, la capacidad de errar y corregir, de tomar y
asumir las propias decisiones, el sano orgullo de pertenencia), des-arrollamos
Talento. Y como consecuencia, generamos Felicidad.