Domingo de entrenamiento (de mi hija Zoe y
mis sobrinas Carolina y Cristina en la AR10 Soccer Talent), de aperitivo en
Cruz Blanca de Goya, de comida familiar y de poder ver sendos episodios de ‘The
Black List’ (2ª Temporada) y ‘The Newroom’ (3ª Temporada), series que sigo
junto con ‘House of Cards’.
Ayer compré en la librería de El Corte Inglés
de Sanchinarro el nuevo libro de José Antonio Marina, ‘El talento de los
adolescentes’, el octavo de su Biblioteca UP (Universidad de Padres). Ya sabes
que he leído todos y cada uno de los libros del maestro Marina, que le
considero el mejor filósofo vivo de nuestro país (las siguientes generaciones
venerarán su pensamiento como si de un Ortega y Gasset o Marañon se tratara) y
que he tenido el honor de que él hiciera la laudatio en la entrega del premio
Líder Humanista a mi persona este año. Por si todo esto fuera poco, José
Antonio Marina es el mentor del área de Filosofía de la Educación del Human Age
Institute, al que también pertenece un servidor en el área de coaching, por lo
que tengo la oportunidad de disfrutar de su magisterio en vivo y en directo
varias veces al año, la última el 25 de septiembre con motivo de la
presentación del Human Age Institute en Madrid.
‘El talento de los adolescentes’ me interesa
especialmente porque Zoe cumple 14 años el próximo 2 de enero. Se trata de un
texto magnífico, dividido en ocho capítulos, cada uno de ellos con cuatro
partes: el modelo, los expertos de la cuestión, talentos adolescentes que
destacan y consejos a los padres en términos prácticos. ¿Qué más se puede
pedir?
En la introducción, JAM se pregunta por qué
escribir un libro más sobre los adolescentes. Pues precisamente porque estamos
en un cambio de época. Y nos habla del “efecto Pigmalion” (desde Ovidio a
Rosenthal, pasando por Bernard Shaw): si tratamos la adolescencia como un
tormento problemático (el viejo paradigma), no cabe esperar gran cosa. Si
nuestra expectativa se basa en el talento (el nuevo paradigma), se trata de una
etapa fascinante de la vida.
1. Mitos y verdades de la adolescencia.
Marina cita a Robert Epstein: a la adolescencia “la hemos infantilizado”. El
nuevo modelo propugna “un desarrollo positivo de los adolescentes” en un
entorno VUCA. Desde Harvard, cinco consejos: Amor y conexión, Controlar y
observar, Guiar y limitar, Dar ejemplo y consultar, Proveer y abogar.
2. Las arquitecturas del deseo adolescente.
La etapa de transición a la adolescencia, de 10 a 13 años; la adolescencia, de
13 a 17; transición a la edad adulta, de 17 a 20. “En la adolescencia, aparecen
apetitos nuevos necesidades inéditas:
deseos sexuales, de independencia, de búsqueda de identidad, de sociabilidad”.
La capacidad de decidir responsablemente es el núcleo del nuevo paradigma. El
objetivo de la educación adolescente es desear lo deseable y fortalecer las
funciones ejecutivas. La felicidad (Seligman) es pasarlo bien, mantener
agradables vinculaciones afectivas y sentirte capaz de progresar, hacer y dar
sentido a la realidad.
3. El cerebro adolescente. Hay dos creencias
aparentemente ciertas que sean sobreestimado: el papel de las hormonas y los
primeros años. La mielinización aumenta la eficiencia (automatismos), pero
reduce la plasticidad. “El cerebro adolescente es un cerebro en riesgo,
precisamente por su capacidad de aprender”. Realiza 11 operaciones básicas
(activación, estímulo, motivación, respuesta, acción, organización,
actividades, cambios, aprendizaje, emociones, supervisión), en las que es
esencial la función ejecutiva. Los padres tenemos cuatro poderosos recursos
para educar a los hijos: la ternura, las expectativas, los límites y la
comunicación.
4. El Talento adolescente. “Talento es el
buen uso de la inteligencia que se demuestra eligiendo bien las metas y
movilizando los conocimientos, las emociones y las destrezas ejecutivas
necesarias para alcanzarlas, es decir, es una secuencia de buenas decisiones”.
No hay potencial predeterminado. Hay talento infantil, talento adolescente,
talento adulto, talento maduro. Hay 10 tareas evolutivas principales en el
adolescente. Y dos niveles de inteligencia (generadora y ejecutiva), de las que
Marina lleva hablando dos décadas y han sido consagradas por Kahneman (‘Pensar
rápido, pensar despacio’) y Goleman (‘Focus’). Para una implicación respetuosa
entre adultos y adolescentes (William Damon, Stanford): diálogo/proyecto,
estructurado como programa intelectual o moral, animarle a participar
activamente en él y expresar la perspectiva propia del adulto.
5. Decidir pensar mejor. “La actitud de
crecimiento” (Carol Dweck) es la primera etapa de nuestra hoja de ruta”.
Además, control de la activación, gestión de la atención, adquisición de buenos
hábitos a través del entrenamiento, construcción y gestión de la propia
memoria, dirigir el propio aprendizaje y monitorizar los procesos. Para
fomentar el pensamiento crítico: anímale a dar razones, a evaluarlas, a definir
los términos que emplean y a sacar consecuencias (Michel Sasseville).
6. Decidir sentir mejor. Inteligencia emocional:
Comprender los propios sentimientos, saber cómo regularlos, Comprender los
sentimientos ajenos, Saber cómo mantener buenas relaciones con los demás, Saber
cómo animarse y motivarse uno mismo. Educar las emociones, el “sexto sentido”
(olfato para los negocios), el sexo. Consejos para llevar conversaciones con
adolescentes (Deborah Tannen).
7. Decidir ser libre. Responsabilidad,
capacidad para inhibir el impulso, la autonomía, las metas y el mantenimiento
de las mismas, el afrontamiento (Lazarus). Para enfrentarse a los problemas
(hardiness), tres actitudes: compromiso, control y reto.
8. La elección de la personalidad. ¿Se puede
elegir? Sí y no. Hay tres tipos: la personalidad recibida (carga genética,
fisiología propia y temperamento), la aprendida (hábitos adquiridos: “segunda
naturaleza”) y elegida (“el proyecto de vida que elegimos a partir de las
posibilidades que nos ofrece el carácter y la situación). Temperamento,
carácter y personalidad. Educación del carácter, a través de nuestras
fortalezas y virtudes (noéticas, de conocimiento, y éticas:
prudencia/sabiduría, justicia, fortaleza, templanza).
Marina “dialoga” con los mayores expertos
sobre el tema, como Robert Epstein, Edward Deci y Richard Ryan (a través de
Daniel Pink), Linda Spear, Sarah-Jayne Blackmore, David Shenk (‘El genio que
todos llevamos dentro’), Csikszentmihlayi, Carol Dweck, Anders Ericsson, Thomas Lickona y Michael Fullan. Me han
interesado especialmente las aportaciones de los psicólogos francófonos
(franceses, belgas) Pierre-Paul Gagné, Michel Fize, Daniel Favre, Phillipe
Jammet, Didier Pleux y Alain Caron.
Y nos propone ejemplos de talento
adolescente, como Laura Dekker, el joven Bill Gates, Hans y Sophie Scholl, Ana
Frank, l@s ajdrecistas Susan Polgar, Bobby Fisher, Pranav Kalyan, Marko
Calasan, Luis Iván Cuende, Sanchyta, Korrey Junior, Ariana Huffington, Richard
Branson, Nick d’Aloisio, Zach Hunter o Malala Yousafzai.
Gran libro. Como José Antonio Marina se
considera “un detective de la inteligencia”, desde la neurociencia a la ética,
he de decir que el del talento de los adolescentes es “uno de sus mejores
casos”. Gracias, maestro, por una aportación tan útil y apasionante.