Jorge Mendes, talento para atraer talento; Pistorius, el riesgo del talento "pasado de rosca"


Jornada entre Madrid y Barcelona, con un responsable del talento de una gran multinacional europea (con visión, ideas claras y liderazgo) y con el DRH de una de las grandes aseguradoras (también en un proceso notable de transformación). En la ciudad condal no he llegado a tiempo a la presentación del libro de Irene Orce, ‘Esta casa no es un hótel’ en La Casa del Libro del Paseo de Gracia. Una lástima. Leeré este texto con sumo interés, porque Irene es una grandísima periodista, además de la mujer de mi admirado y querido Borja Vilaseca. Enhorabuena a los dos, a esta maravillosa pareja que se fortalece internamente.
También quiero felicitar a Jaime Pereira, premiado por Observatorio Blogosfera por su blog en la categoría de RR HH y a Rubén Turienzo como speaker creativo en el I Premio de Creatividad aplicada. Muy merecidos los dos, sin duda.
Del fin de semana, me había quedado con sendos artículos sobre Jorge Mendes y Óscar Pistorius.
‘Jorge Mendes, el nuevo dueño de las estrellas del fútbol mundial’, es un artículo de Luis Gómez: http://elpais.com/elpais/2014/10/24/estilo/1414161130_205895.html En él nos habla de quien The Wall Street Journal y Financial Times consideran “el hombre que dirige los destinos del fútbol mundial”.
Mendes (prefiere que le llamen George) tiene, según el periodista, hábitos de estrella. “No elude los focos, se hace acompañar de sus representados y se deja ver en los palcos de los grandes estadios con los magnates del fútbol mundial. Su imagen está ligada al éxito. Viste trajes a medida, complementos de primera marca y se mueve eternamente acompañado de varios teléfonos móviles como para evidenciar que su laboriosidad no conoce el descanso, que es un ejecutivo “on line”, siempre conectado. Todavía joven (49 años), tiene un aire dinámico y unos modales que le permiten hablar de tú a tú con los jugadores: no ejerce de padre-asesor sino de colega-amigo”.
Su empresa, Gestifute, tiene una estructura familiar (no alcanza los 30 trabajadores) y emplea a algunos parientes; entre sus colaboradores está su segunda mujer, Sandra, con la que tiene tres hijos, lo cual evidencia un entorno muy cerrado. Concede muy pocas entrevistas y es un hombre accesible a la prensa, a la que cuida con sus confidencias y, en ocasiones, con sus fiestas, como las que organiza en su casa de La Finca, en Pozuelo. Condecorado con la Orden al Mérito Deportivo en Portugal, reconocido como el mejor agente FIFA del mundo en los tres últimos años, recién ingresado en el club de los 50 portugueses más ricos... Hijo de un funcionario de Petrogal, jugó en equipos de fútbol hasta que llegó a un acuerdo con el presidente del Lanheses. Regentó un videoclub, abrió una discoteca. Su primera operación está documentada: le ofreció al portero Nuno al Deportivo de la Coruña en 1997.
Cristiano Ronaldo es el punto de inflexión en su carrera, tras su traspaso al Manchester United (2003) y su posterior llegada al Real Madrid (2009). La clave de su éxito fue que el fútbol portugués se convirtiera en una “escala técnica” de jugadores iberoamericanos (Di María en el Benfica, Falcao en el Oporto, Diego Costa en el Sporting de Braga, etc). Como ejemplo, la preselección lusa para el Mundial de Brasil 2014 contaba con 30 jugadores, 18 de los cuales eran de Mendes (además del técnico Paulo Bento).
“Un día, llegó Mendes y le regaló un Porsche”, cuenta un representante. Esa era su tarjeta de bienvenida, el tipo de lenguaje que mejor entiende un futbolista joven y ambicioso. Además, cuenta con “alguien especial”, José Mourinho, a quien convenció en 2004 de que fichara por el Chelsea. Sabemos lo que hizo el último verano: Diego Costa al Chelsea, Di María y Falcao al Manchester United, James Rodríguez al Real Madrid y Nuno, ahora entrenador, al Valencia de Peter Lim. “Porque allá donde hay un magnate, allí está Mendes”, explica el autor del artículo.
De Jorge Mendes (y de las semejanzas y diferencias con “otro Jorge”, Jorge Messi, padre de Leo) escribimos la Dra. Leonor Gallardo y un servidor en nuestro libro ‘Messi, Falcao y Cristiano Ronaldo’, que tanto éxito está teniendo en Asia. Podemos aprender mucho de George Mendes y de su talento para poner en valor a sus jugadores y coaches (ahora tiene más de 200 talentos, y en la última temporada se llevó más del 20% de las operaciones, en un mercado de más de 2.100 M $).
Sobre Óscar Pistorius, un artículo de mi buen amigo John Carlin. ‘Pistorius, la duda siempre quedará’: http://elpais.com/elpais/2014/10/24/estilo/1414151596_511891.html
John lleva año y medio investigando sobre este formidable atleta (amputado desde niño de ambas piernas) y el asesinato de su novia y se ha preguntado una y otra vez: “¿Lo hizo?”. Claro que sí. Confesó que acabó con la vida de Reeva Steenkamp la noche de San Valentín de 2013, pegándole cuatro tiros. ¿Intencionadamente? El 90% se ha convencido de que ambos tuvieron una discusión, ellá huyó al WC y él usó el arma homicida.
Carlin ha estado en el juicio casi permanentemente y ha hablado con Pistorius y su familia. La juez, Thozokile Masipa, ha rechazado las supuestas pruebas y el caso, ante la falta de testigos oculares, ha quedado en homicidio involuntario (cinco años de prisión, con alta probabilidad de que quede en 10 meses). “Y lo curioso fue que al final ningún observador serio en Sudáfrica discrepó. El consenso entre las legiones de abogados que opinaron sobre el caso en los medios fue que Masipa acertó.”
Recuerdo haber escuchado a John Carlin decir que esta desdichada historia es superior a La Iliada y La Odisea, y que solo Shakespeare podría escribir algo así. “Deseosos, como solemos ser, de buscar orden en el caos de la vida, necesitamos verle o como un monstruo o como un hombre bueno que sucumbió en un par de segundos a un acto de demencial criminalidad. Nos cuesta soportar la ambigüedad o la complejidad, y menos cuando se trata de nuestra percepción de un famoso. Pero, como he constatado, a lo largo de estos 18 meses de investigación, Pistorius es un hombre de muchas facetas. Como atleta cuyas piernas le fueron amputadas cuando tenía 11 meses y que a los 26 años se convirtió en el primer velocista paralímpico capaz de conseguir la marca mínima para competir en unos Juegos Olímpicos, demostró una admirable persistencia y determinación; como hombre es extremadamente cortés, generoso, vulnerable, inseguro, paranoico y proclive —habitualmente con poco motivo— a caer en unas rabias descomunales.”
Estoy ansioso por leer el libro de John. Es como si el Bardo volviera, siglos después, con un relato en el que la realidad supera la ficción. Mi gratitud de antemano.