¿Trabajo o Empleo? El absurdo mercado de los hombres sin cualidades


Domingo de entrenamiento de Zoe, esta mañana, en la AR10 Soccer Talent de Madrid. Es admirable cómo estas chicas se preparan para jugar al deporte que les gusta tanto. Mi gratitud a Ana Rossell, a Lolo y al equipo técnico. Hoy el tinerfeño Abián Perdomo, entrenador de las categorías inferiores del Real Madrid, nos ha dado una espléndida conferencia sobre estiramientos y calentamientos a las jugadoras y a sus madres y padres. Muy didáctica.
He estado leyendo ‘El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía’, de Anselm Jappe, Robert Kurz y Claus Peter Ortlieb. Robert Kurz (1943-2012) y Claus Peter Ortlieb fundaron la revista ‘Krisis’ en Nuremberg en 1986 y ‘Exit!’ en 2004. Ambas publicaciones se han centrado en la “crítica del valor’, heredera de ese Karl Marx que declaraba no ser marxista. Anselm Jappe, experto en Guy Debord, ha difundido esa corriente como pocos.
La tesis de los autores es que “el capitalismo no está viviendo una fase de expansión triunfal ni constituye, en forma de democracia y economía de mercado, un estadio final ni insuperable de la humanidad”. Lo que estamos viviendo es el “capital ficticio” de los mercados financieros y el empobrecimiento de las clases medias. La “crítica del valor” no es contemplativa, pero tampoco ofrece soluciones inmediatas. “El capitalismo ya no es un sistema que oprime desde el exterior a unos sujetos humanos sustancialmente distintos del sistema mismo. Hoy en día, el capitalismo crea unos sujetos que ven en el mundo entero unos simples medios para realizar sus propios intereses”. Es la “cultura del narcisismo” (Christopher Lasch), como fenómeno de masas y la transformación de la humanidad en “residuos humanos” (Zygmunt Bauman). El capitalismo financiero no ha arruinado a la economía real, sino que ha alargado su fecha de caducidad.
El primer capítulo se titula, como el libro, “El absurdo mercado de los hombres sin cualidades” y es de Anselm Jappe. Parte de una clara afirmación: “El capitalismo está tocando a su fin”. La prueba es el derrumbre de la URSS. ‘Krisis’ predijo que “la reunificación alemana no podía sino conducir al desastre”. La historia es, más que lucha de clases, una historia de relaciones fetichistas.
El 2º es “Los intelectuales después de la lucha de clases”, de Robert Kurz. Se centra en la “nueva aconceptualidad”. Siguiendo a Marx, es el paso del fetiche-mercancía al fetiche-dinero. “El “trabajo” ha perdido toda dignidad: como terapia ocupacional, moderna construcción de pirámides, fetichismo del puesto de trabajo y producción destructiva, no sirva ya sino para asegurar, a un coste cada vez más ruinoso, la continuación del sistema capitalista globalizado”. La “proletización” de los intelectuales va unida a la “desproletización” de la sociedad.
“Las sutilezas metafísicas de la mercancía”, de Anselm Jappe. La mercancía es un producto destinado a la venta y al mercado. El fetichismo de la mercancía, para Marx, es que “en lugar de controlar su producción material, los hombres son controlados por ella; son gobernados por sus productos que se han hecho independientes, lo mismo que sucede en la religión”. “El fetichismo es el secreto fundamental de la sociedad moderna”. Jappe cita a Guy Debord y su libro ‘La sociedad del espectáculo’: “El espectáculo no canta a los hombres y sus armas, sino a las mercancías y sus pasiones”. El espectáculo es el triunfo de la imagen sobre la realidad.
‘Luces de progreso’ de Robert Kurz, trata de la luz y del tiempo. El capitalismo ha “expropiado el tiempo”. En la Antigüedad y la Edad Media había hasta 175 días de descanso. Hoy en Japón se está experimentando con jornadas de 28 horas, 6 días a la semana. Además, el ocio sirve al consumo permanente. Kurz concluye con una cita de Marx: “El “trabajo” es por esencia una actividad carente de libertad, inhumana y asocial, cuyo condición y cuyo resultado es la propiedad privada. La superación de la propiedad privada, por tanto, solo será realidad cuando se conciba como superación del trabajo”.
Ansel Jappe trata “el fin del arte” según Debord y Theodor Adorno (‘Dialéctica de la Ilustración). Ambos preconizaron que el arte estaba muerto y que el público se infantilizaría. Y Claus Peter Oetlieb de la “objetividad inconsciente” de las ciencias de la naturaleza.
Finalmente, Jappe trata la “crítica de lo negativo” desde Leopardi y Hegel. “Henos aquí todos hechos unos egoístas. ¿Y ahora qué? ¿Somos más felices? ¿De qué gozamos nosotros? Una vez que se le haya quitado al mundo lo bello, lo grande, lo noble, ¿qué queda de placer, de ventaja, de vida? (Leopardi).
Me gusta distinguir el “trabajo” del “empleo”. Los dos las define el DRAE como “ocupación”. Sin embargo, el trabajo es “obra, resultado de la actividad humana”, en tanto que el empleo es “oficio”. Trabajo proviene etimológicamente de “trepaliare” y éste de “trepalium”, un instrumento de tortura en la antigua Roma. El trabajo como alienación, como tortura. Empleo proviene de “implicare”, y a su vez de pliego. Emplear tu talento es “hacer una piña”.
Las empresas tayloristas “dan trabajo”. Las “Human Age companies” ofrecen un empleo para el talento.
Tengo pendiente leer ‘La sociedad de coste marginal cero’, de Jeremy Rifkin. Admiro mucho a Rifkin: economista, sociólogo, asesor en tiempos de la Unión Europea y autor de libros de textos muy interesantes. Su nuevo concepto es “el procomún colaborativo”. Con el coste marginal nulo, los consumidores se convierten en “prosumidores”. Es lo que ha determinado la caída de la industria discográfica y estragos en la del cine, la televisión, el mercado editorial o la prensa. El 40% de la población de EE UU ya participa de la economía colaborativa.