Después de estar ayer entre Madrid (vuelo por
la mañana), Barcelona, Sevilla (vuelo por la tarde) y Huelva (tren de media
distancia), llegué a Mazagón, para poder participar hoy jueves en el Curso de
Verano de la Universidad Internacional de Andalucía sobre “Nuevas fronteras de
la empresa: Neuromanagement y Confianza”.
Hoy he hablado sobre NeuroLiderazgo, un
concepto que creó el 30 de mayo de 2006 en un artículo sobre ‘Neurociencia del
Liderazgo’ en Strategy &Business David Rock (director del NeuroLeadership
y autor de ‘Quiet Leadership’, ‘Coaching with the brain in mind’ y ‘Your brain
at work’) y que en mi modesta opinión ha
desarrollado como nadie Silvia Damiano, autora de ‘Engage me’ (Implícame) y del
más reciente ‘Leadership is Upside Down’ (El Liderazgo está patas arriba). La
Dr. Damiano, que habitualmente reside en Sidney, volverá a estar en España a
mediados de octubre.
¿En qué se diferencia el NeuroLiderazgo del
Liderazgo tal como lo conocemos? En que el NeuroLiderazgo es la aplicación del
Liderazgo basada en la Neurociencia. Más del 90% de lo que sabemos sobre el
cerebro humano –y que es verdaderamente sorprendente, porque desafía nuestros
premisas anteriores- lo hemos conocido en la última ciencia, gracias a las
nuevas tecnologías y a los más de 30.000 neurocientificos que trabajan
interconectados en una especie de “superorganismo” que aprende a gran
velocidad.
Me gusta mucho la distinción que hace Silvia
Damiano en su último libro, entre managers (gestores), líderes y neurolíderes.
El gestor se basa en el control, el líder en el conocimiento y el neurolíder,
en las ideas. El gestor es sistemático, el líder es visionario (marca la pauta)
y el neurolíder es creador (de la creatividad a la innovación). El gestor se
centra en las tareas, el líder en las personas y el neurolíder, en el cerebro
(el talento). El gestor se distingue por su capacidad de medición (lo que no se
mide, no se consigue), el líder por su coraje/valentía (la fortuna ayuda a los
audaces) y el neurolíder, por su vulnerabilidad. El gestor, piensa –y dice-:
“yo sé”. El líder prefiere el “nosotros sabemos”. El neurolíder exclama:
“¿quién sabe?”. Y respecto a la realimentación, el gestor prefiere no dar
feedback (los números cantan), el líder da feedback uno a uno y el neurolíder
prefiere el multifeedback. Muy brillante.
Silvia Damiano ha creado el “i4 Model”. El
Neurolíder ha de ser inspirador, integrador, imaginativo e intuitivo. Un modelo
que encaja perfectamente a la respuesta desde el Liderazgo a un mundo VUCA
(Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo): Visión de futuro, Unidad (Empatía,
Orientación a los demás, Equipo), Claridad en la ejecución y Agilidad.
El/la neurolíder tiene mucho de líder-coach.
En su labor inspiradora, animando a perseguir retos (metas y objetivos, con
indicadores) y a compartir una visión de futuro. En su faceta integradora,
haciendo equipo a través de la empatía y la escucha atenta. En su carácter
intuitivo, apostando por el foco y lo inconsciente (el mapa no es el territorio).
Y en su capacidad imaginativa, desafiando el status quo y proponiendo
continuamente mejoras.
Como nada es casual, esta intervención (de
cinco horas, en dos partes) ha sido en la festividad de San Ignacio de Loyola.
Como él decía, “saber sin hacer no es saber”. Sus “ejercicios espirituales”
(para pasar en poco tiempo de pecador a santo) tienen mucho de coaching. Y
además, como contaba en ‘En un lugar del talento. La sensación de fluidez III’,
El Quijote está basado en la vida real de Ignacio de Loyola. Todo nuestro
quijotismo tiene mucho de jesuita y de liberación del talento.
Mi agradecimiento a Isabel Tovar y José María
Gasalla, directores de este magnífico Curso de Verano. A mis compañeros
ponentes Carlos Herreros y Carlos Ongallo. Y a l@s alumn@s del curso, que han
hecho una inversión muy rentable de su dinero (el programa estival de una semana
costaba 88 euros) y sobre todo de su tiempo.