Esta tarde he ido a ver con Zoe y con
mi padre “Capitán América. El soldado de invierno”. Me ha animado a hacerlo la
crítica de mi buen amigo Ignacio García de Leániz, profesor de Recursos Humanos
de la Universidad de Alcalá de Henares, “Elogio del héroe imperfecto”, este fin
de semana en Expansión y en El Mundo.
Ignacio cita el artículo de Montse
Mateos (29-IX-2013) “Las empresas ya no necesitan héroes”. En aquel texto se
explicaba que los directivos-héroes con poderes extraordinarios están en el
olvido. Como muestra, el informe “Nuevos Horizontes: Tendencias de Capital
Humano” de Deloitte.
El Capitán América –Steve Rogers,
interpretado por Chris Evans- es en esta cinta un combatiente de Shield
dedicado a cualquier actividad que le pida la organización. Como “héroe”,
demuestra ser una experto en gestión del caos. “Caos en las relaciones, en la
verdad y falsedad, y en los mismos proyectos. Y sin embargo, hay que ejecutar
esas misiones y alcanzar los objetivos”. Además, el profesor García de Leániz
utiliza los roles dentro del equipo de Meredith Belbin para destacar el
carácter impulsor de Rogers (productivo, pero poco tolernante), su
complementariedad con la “Viuda Negra” (Scarlett Johansson), creativa, y con el
resto del equipo.
La palabra “Héroe” proviene del latín
“heros” y éste del griego “iros”. Aparece en La Iliada y en La Odisea, cuando
se menciona al héroe Laomedonte. En el Crátilo de Platón, Socrates dialoga con
Hermógenes y cuenta que el héroe está en la génesis del amor, porque es un
semidios (nacido del amor de un mortal con una diosa o de un dios con una
mortal). Para Robert Graves, en “Los dioses griegos”, proviene de “Herakles”
(Hércules), derivado de Hera.
Una persona es un héroe o una heroína
cuando realiza una hazaña extraordinaria. ¿Necesitamos héroes (como el Capitán
América) en nuestras empresas? Pues sí y no. Efectivamente, como interpreta
Montse Mateos siguiendo el informe de Deloitte, necesitamos generar un sistema
vivo con procesos de Calidad Total (desde el Liderazgo, el primer criterio del
Modelo EFQM, a los resultados de negocio, el noveno) y adaptarnos
constantemente al entorno desde la innovación, el servicio al cliente y el
trabajo en equipo. Las empresas ganadoras saben que “la pasión sin sistema es
tan peligrosa como el sistema sin pasión” (Tom Peters) y que más allá de las
heroicidades puntuales lo importante es que la organización funcione a partir
de unos valores compartidos (y de una visión y una misión), de una estrategia y
una estructura acorde, de un sistema de información eficaz, de un estilo de
liderazgo versátil, de un clima de alto rendimiento y de profesionales capaces
y comprometidos.
Por otro lado, cotiza al alza la
ilusión, la positividad, el optimismo inteligente (ya sabes, las personas
optimistas viven 12 años más que las pesimistas) y el entusiasmo. Entusiasmo,
preciosa palabra: “hay un Dios (Zeus) dentro de ti”, que te aporta una energía
extra (física, mental, emocional y espiritual). Las personas entusiastas son,
en ese sentido, “semi-dioses”, y por tanto se comportan como héroes.
Me ha interesado también de la
película la dicotomía entre libertad y seguridad. En esta segunda cinta de
“Capitán América”, Hydra (la organización nazi contra la que combate el héroe
en la II Guerra Mundial), lejos de desaparecer, se ha infiltrado en Shield y va
a justificar la matanza de 20 millones de personas “predispuestas al caos” para
asegurar el orden de los 7.000 millones que poblamos el planeta. La seguridad para
justificar la pérdida de libertades. El taylorismo siempre ha defendido el
orden para quebrar la libertad, en un mundo en el que unos mandan y otros
obedecen; el “Human Age”, el humanismo en la empresa, coloca la libertad por
encima de todo.
“Aquellos que entregan su libertad
por un poco de seguridad temporal no merecen ni la libertad ni la seguridad”
(Benjamin Franklin).