Sábado matinal en Oviedo, con
revisión de procesos de coaching con l@s alumn@s del Programa de Coaching
Ejecutivo del Club Asturiano de la Calidad. Mi gratitud a tod@s vosotr@s; han
sido cinco horas muy instructivas y animadas, de una alta interactividad.
Ayer, además de mi conferencia sobre
la labor del entrenador a las 20,30 horas, estuvieron como ponentes Andy
Stalman (el experto en marketing digital cuyo libro “BrandingOffOn” he
comentado esta misma semana), Richard Vaughan (la marca profesional en
enseñanza del idioma inglés), Ángeles González-Sinde (guionista, directora y ex
ministra de Cultura) o Ferrán Adriá (que ha sido el mejor cocinero del mundo).
Asturias está de moda.
Tren Alvia a las 14,26 desde Oviedo,
para llegar a Chamartín a las 19, 24. Cinco horas por Asturias y Castilla-León,
donde el ambiente estaba gélido.
He estado leyendo la prensa del día,
y de ella destaco “Por qué la Sudáfrica negra perdona a Pistorius” de mi
admirado John Carlin desde Pretoria. Cuenta en esta crónica que hace un par de
años el jugador de rugby Bees Roux mató a puñetazos a un policía negro. Durante
el juicio, el abogado defensor se reunió con el fiscal en presencia de Roux y
el hermano y la viuda de la víctima; llegaron a un acuerdo. Roux no quería
matar al policía (temía que fuera un ladrón). Trató de reanimarlo, tenía
remordimiento y pidió perdón. La fiscal determinó que se le condenaría por
homicidio imprudente y fijó para él cinco años de cárcel, pero con suspensión
de la pena. Roux quedó libre, se abrazó al hermano de su víctima entre lágrimas
y la viuda aceptó sus disculpas. “Fue tremendamente conmovedor”, le contó el
abogado de Roux, Rudi Krauze, a John Carlin.
Añade este gran periodista: “La
capacidad de perdón de los sudafricanos es legendaria”. Pone el ejemplo,
evidentemente, de la reconciliación con Mandela. “Es curioso y contradictorio,
ya que Sudáfrica es un país muy violento”. Es la belleza del equilibrio, me
permito añadir.
Hace un mes que empezó en Pretoria el
juicio por asesinato a Pretorius (se le acusa, como sabes, de asesinar a su
novia, Reeva Steenkamp, a tiros el pasado San Valentín). Carlin, que se ha
entrevistado con infinidad de personas, considera que los blancos exigen que al
mítico atleta se le condene con la máxima pena: cadena perpetua. Sin embargo,
para los negros siempre será su héroe. “Pistorius representa lo mejor y lo peor
de Sudáfrica”, escribe Carlin. “Lo peor es el altísimo índice de crimienalidad.
Lo mejor es la persistencia y la valentía de su gente. Pistorius nació con un
defecto genético en los tobillos y pies, que le fueron amputados a los 11
meses, y 25 años después compitió en la carrera de los 400 metros en los Juegos
Olímpicos de Londres. Comparte con la población negra el haber tenido que
enfrentarse a obstáculos casi insuperables. Pero triunfó, y como tal, sus
compatriotas negros se identifican con él, lo ven como ejemplo a seguir, más
que aquéllos, los sudafricanos más acomodados, de su propia raza blanca”.
Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz,
ha publicado recientemente “El libro del perdón”. Presidente en su día de la
Comisión de la Verdad y la Reconciliación (hemos hablado esta mañana de ella en
la revisión de los procesos de coaching), Tutu le ha comentado a Carlin hace
dos semanas que hay una sabiduría entre los sudafricanos, una capacidad de
cicatrizar las heridas del pasado que el resto del mundo no debería desdeñar (y
especialmente nosotros, con nuestra guerra civil a cuestas y el terrorismo que
no acaba del todo). “Lo que tenemos es un sistema primitivo en el que se cuece
el resentimiento y, como consecuencia, en vez de avanzar y construir, se cuecen
conflictos sin fin entre las personas y guerras entre las naciones” (Desmond
Tutu).
Al lado de la entrada del Tribunal
hay una pintada en la parada del autobús (nos cuenta John Carlin) que reza:
“Siempre honraremos tu talento. ¡La cárcel no es el fin!”.
John me ha comentado que este juicio
y la historia de Pistorius contienen más elementos sobre el ser humano que La
Ilíada y la Odisea. Estoy seguro que Carlin hará sobre ello un libro portentoso
(sea cual sea el veredicto) y ojalá que de él salga, de nuevo (como de “El
factor humano”/Invictus) una gran película. Gracias, John Carlin, por estos grandes
relatos sobre el género humano.
También he estado leyendo en el tren
el número especial de la revista Tiempo sobre Adolfo Suárez. Un largo artículo
de José Oneto, “Esplendor y tragedia de un presidente”. “Un chico de Cebreros”
(la historia de un hombre audaz que salió de las covachuelas del movimiento
franquista para pilotar la vuelta pacifica de la democracia), por Luis Algorri.
Luis Reyes escribe sobre los adversarios de Suárez. “El hombre sorpresa”, por
Luis Reyes. “El día que pudo morir” (el 23 F) y “Los secretos que se lleva a la
tumba” (los motivos de su dimisión y por qué no mencionó al Rey), por Antonio
Rodríguez. “El cáliz amargo del terrorismo etarra”. “Los Pactos de la Moncloa”,
por José Mª Vals. “Una controvertida política exterior”, “La tragedia de los
Suárez”, “Auge y caída del centrismo político”. “Suárez o la nostalgia del
futuro”, por Alfonso Palomares. Entrevista a José Pedro Pérez Llorca (ministro
con Suárez y ponente constitucional) y de Nativel Preciado al propio Adolfo
Suárez en 1987 (al parecer, quería volver a presidir el gobierno). Un especial
de 84 páginas para entender el liderazgo del primer presidente de nuestra
democracia.