Ya de nuevo en España,
después de 10 días muy intensos en Venezuela: desayuno de prensa y entrevistas
con distintos medios de prensa, radio y televisión, dos cenas de gala (en casa
del Dr. José Miguel Torres y con motivo del 65º aniversario de la Sociedad Anticancerosa
de Venezuela), seis conferencias a sendas empresas e instituciones (CAVESPA,
Sodexo, Banco Mercantil, Polar, Banco Exterior, PwC) y el Ciclo de Liderazgo
Gerencial de toda una jornada, para descansar día y medio en playa Grande. Mi
más absoluto agradecimiento a Nelson, Myrna, Morelba, Rosario, Daniela, María
Corina y sus familias, a la señora Tere, a José, Natalia, Elizabeth y Sergio,
Miren, Raúl, Pedro, Luis y sus equipos y
al más de un millar de venezolanos que he tenido la oportunidad de tratar
directamente esta semana pasada. ¡Súper chévere!
La otra cara de la moneda
fueron los cuatro controles a los que me sometieron en Maiquetía y que, aún
así, me dejaran la maleta en Caracas. Menos mal que los profesionales de Iberia
son extraordinariamente amables y me han asegurado que mañana la maleta estará
en España.
Para tratar de entender lo
que le ocurre a este maravilloso país, he estado leyendo Venezuela, ¿nación o tribu? La herencia de Chávez, de Miguel Ángel
Perera. El Dr. Perera, que es uno de los grandes antropólogos venezolanos
(dirigió el Instituto Caribe), se atreve a “hurgar en los mecanismos de la
llamada identidad nacional”. Fascinante. Y dedica el texto “a los que se van o
se han ido”.
En el prólogo, el autor se
pregunta respecto a Chávez: “¿cómo es que después de 12 años de gobierno
todavía no se le ha revocado el mandato mediante los mecanismos
constitucionales vigentes, si pensamos que Carlos Andrés Pérez fuer destituido
por el Congreso Nacional por cometer delitos de corrupción y peculado
insignificantes al lado de los que son denunciados periódicamente bajo la
gestión del comandante presidente? ¿Qué determina la obscena obsecuencia de
ministros, militares y parlamentarios de la actual Asamblea Nacional?”. Y
concluye: “La tribalización de ese
espacio geográfico llamado Venezuela, con sus singularidades culturales y
económicas, puede extraviarnos del camino a seguir para ser un país, una
república en el sentido de la racionalidad política y de la convivencia civil,
sumiéndonos en la maraña onírica y complaciente de los mitos arquetipales; en
las fábulas de sus gestas fundacionales y en otras quimeras más recientes”.
Venezuela es una colección de
mitos, explica Perera, el más importante de los cuales es Simón Bolívar. Hay un
mito en la guerra de la independencia, en la patria-nación y en la
venezonalidad (que oscila entre la nostalgia y la utopía). “Sigue privando en
una aplastante mayoría de los venezolanos el mito del país inmensamente rico
predestinado por la naturaleza a asegurar a todos sus habitantes el mayor
bienestar material”.
El culto al héroe (Bolívar)
fundamenta la organización social, y eso ha llevado a la “mitificación
santurrona” del Libertador. Hay un Bolívar marxista, un Bolívar fascista, un
Bolívar cristiano, un Bolívar pagano, un Bolívar mestizo.
Hugo Chávez Frías ha llevado
su régimen al “delirio bolivariano”, con un culto a Bolívar mezclado con
santería. Chávez emergió de la explosión de su fallida asonada en medio de una
profunda crisis social y de legitimidad de las instituciones y los partidos de
la cuarta república. Se considera heredero directo de la lucha armada de los 60
y 70, su revolución nació con el “Caracazo” (1989) y el 4 F de 1992, y como
prestidigitador de la palabra (“en un orden político basado en la dominación
carismática la palabra sostiene para sus adeptos tanto la nueva historia como
su futuro), ganó las elecciones y cuando se borró la oposición, se hizo cargo
de todo el régimen.
Luces y sombras. “Con Chávez
los sectores populares más desposeídos han alcanzado un protagonismo que
sobrepasa el ofrecido por los partidos políticos tradicionales”. Las misiones
(20.000 profesionales cubanos merced al Convenio de 2003-2004) tienen como
función la adhesión popular al régimen. Pero “llamado a ser anticapitalista, el
chavismo, procurando desarrollar una economía socialista desde el rentismo
estatal, ha profundizado la consolidación del viejo capitalismo de Estado como
ningún otro gobierno”. Un sistema que aspira proyectarse al siglo XXI, anclado
en el XIX.
“El chavismo no pasará de ser
otro fiasco histórico, una revolución con pies de barro, en un país altamente
lluvioso, que se sostuvo con mitos frágiles y de reciente factura como el
guaicapurismo, la negritud rebelde, el espíritu “socialista” de Bolívar, el
“Caracazo” y los fallidos golpes de Estado de 1992, que como movimientos
insurrecionales no reflejaron otra cosa que la descomposición y crisis de
legitimidad circunstancial de la democracia y de sus instituciones”.
Perera dedica el último
tercio del libro a “la tribu que somos”. El parejismo o igualitarismo nacional,
el estado y el rencor como bases de la in-convivencia nacional, la república
como proyecto sin terminar, el omnipresente petróleo (descubierto en 1914, 12
años después superaba a todos los demás productos de exportación), el
caudillismo y la tutela militar… En la Venezuela tribal, la tribalización es el
alcance y propósito de la revolución.
Muy interesante la perspectiva
que nos ofrece esta Herencia de Chávez. Gracias,
profesor Perera, por ofrecernos esta visión del pasado, presente (¿y futuro?)
de Venezuela.