Lunes
con los medios de comunicación. A las 9 he participado en el programa de radio Café y Fútbol, para hablar de nuestros
libros (de la Dra. Gallardo y un servidor), y especialmente de la trilogía de
“La Roja”, a dos días del partido en Guayaquil entre Ecuador y España. También
he estado en Tele Amazonas y
atendiendo a periodistas de diversos medios. Me agrada comprobar que se
reconoce el liderazgo de nuestra selección y que podemos aprender mucho de
ella.
Tenía
pendiente leer Los Miserables, y por
eso me he traído esta voluminosa obra (más de 700 páginas) que explica como
pocas la naturaleza humana. La historia, ya sabes, de Jean Valjean, que después
de 19 años en prisión logra “reinventarse” y convertirse en empresario y
alcalde. Modestamente, creo que Los Miserables nos enseña valiosas lecciones
como éstas:
-
Siempre somos capaces de rehacer nuestra vida, si nos enfocamos hacia la fe (en
el futuro, en nuestras capacidades, en la gente que nos quiere) y no en el
miedo y en la humillación. Todos merecemos una segunda oportunidad para
reinventarnos y aprender de nuestros errores. "Nada importa morir, pero no
vivir es horrible."
-
El poder del contexto, del entorno. “Es el presidio el que hace al presidiario”,
"Ser un presidiario; es decir, el ser que en la escala social carece hasta
de sitio. Después del último de los hombres está el presidiario."
-
Es el ejemplo (el de Monsieur Charles Bienvenu, que perdona y ayuda a Jean
Valjean tras haberle robado unos cubiertos de plata) el que inspira a cambiar.
Es lo que haces, no lo que dices. "No hay mejor carcelero que uno
mismo."
-
Debemos sentir quiénes somos (en la versión musical, Jean Valjean canta Quién soy) y cómo podemos completar
nuestra existencia. Nuestra propia identidad genera nuestra marca, nuestra
huella. "En tiempo de revolución, la miseria es a la vez causa y
efecto.", "Los que padecéis porque amáis, amad más aún. Morir de amor
es vivir.", "En cierto grado de miseria se apodera del alma una
especie de indiferencia espectral y se ve a los seres como a ánimas en
pena."
- Valores
como la generosidad, la honestidad, la solidaridad son esenciales (Jean
Valjean, ya como Monsieur Madeleine, decide dar parte de sus ganancias a los
pobres y es nombrado alcalde de la ciudad). El odio, por el contrario, no lleva
a ninguna parte. "Llamar caballero a un presidiario, es dar un vaso de
agua a un náufrago de la Medusa. La ignominia está sedienta de
consideración."
-
Aunque el pasado te persiga (Javert, en el caso de Jean Valjean), no debemos
obsesionarnos con él sino mirar adelante. “En vano tallamos lo mejor posible
ese tronco misterioso que es nuestra vida; la veta negra del destino aparecerá
siempre."
-
Es esencial luchar por un ideal, por quijotesco que parezca. La alternativa del
inmovilismo siempre resulta peor. "Nada mejor que el sueño para engendrar
el porvenir. La utopía de hoy es carne y hueso mañana."
-
La vida acaba devolviéndote lo que le has dado (lo que los hindúes llaman
“karma”). Los actos siempre conllevan consecuencias. "La probidad, la
sinceridad, el candor, la convicción, la idea del deber son cosas que en caso
de error pueden ser repugnantes; pero, aún repugnantes, son grandes; su
majestad, propia de la conciencia humana, subsiste en el horror; son virtudes
que tienen un vicio, el error. La despiadada y honrada dicha de un fanático en
medio de la atrocidad conserva algún resplandor lúgubre, pero respetable. Es
indudable que Javert, en su felicidad, era digno de lástima, como todo
ignorante que triunfa."
-
El corazón siempre triunfa sobre la mente. Es el caso de Cossette, la hija
adoptada por Jean Valjean, y Mario, que superan todas las dificultades. "Es
una extraña pretensión del hombre querer que el amor conduzca a alguna
parte.", "La dicha suprema de la vida es la convicción de que somos
amados, amados por nosotros mismos; mejor dicho amados a pesar de nosotros.”
Como
suele presentarse en su versión musical, Los
Miserables puede resumirse en cuatro verbos, en cuatro imperativos: Lucha.
Sueña. Desea. Ama. "Amaos mucho, siempre. En el mundo casi no hay nada más
importante que amar.", escribe Víctor Hugo en su magna obra.
Aunque
Los Miserables es una de las mejores
novelas de todos los tiempos, tal vez la música y la poesía expliquen mejor las
emociones que la ficción literaria. No por causalidad, el sábado me encontré en
un mural el siguiente poema de Mario Benedetti, Táctica y Estrategia.
Mi
táctica es
mirarte
aprender
como sos
quererte
como sos
mi
táctica es
hablarte
y
escucharte
construir
con palabras
un
puente indestructible
mi
táctica es
quedarme
en tu recuerdo
no
sé cómo ni sé
con
qué pretexto
pero
quedarme en vos
mi
táctica es
ser
franco
y
saber que sos franca
y
que no nos vendamos
simulacros
para
que entre los dos
no
haya telón
ni
abismos
mi
estrategia es
en
cambio
más
profunda y más
simple
mi
estrategia es
que
un día cualquiera
no
sé cómo ni sé
con
qué pretexto
por
fin me necesites.