Ayer sábado pude comerme, en la plaza de los Luceros
de Alicante, un delicioso arroz con costra a la ilicitana en El Chaflán. Sobre una de sus paredes, un
poema de Pilar Galán escrito el 8 de mayo de 2013 (5º aniversario):
Cómo decir que es preciso
el silencio del Alma,
para que vuelva a renacer en ti
la voz del espíritu hecha palabra.
El sello del Amor dejó en tu vida
una marca indeleble que aún perdura.
Ya en el Alvia a Madrid he estado viendo en mi
ordenador Psicosis. ¡Qué gran película! Y The
Making of Psycho, un extra muy interesante también en el DVD.
Por estas “causalidades” de la vida, encontré en la
FNAC (o me encontró a mí), además de la mencionada película, el libro El Cine
según Hitchcock, de François Truffaut. Un apasionante diálogo entre dos
grandes realizadores (a pesar de que los críticos de EE UU trataron muy mal a
D. Alfred a lo largo de su carrera, los franceses, y en especial Cahiers du Cinéma, donde trabajaron
Claude Chabrol y Truffaut, eran fans de Mr. Hitchcock). 50
horas de fecundo diálogo, de lúcida entrevista del gran director francés al
genio británico, con 500 preguntas sobre toda su filmografía. Universal
City, agosto de 1962, dos años después
de Psicosis, cuando Hitchock montaba Los pájaros.
¿Cómo se cultiva el talento para llegar a ser un
genio como Hitchcock? Truffaut nos da las pistas definitivas. “Este hombre, que
ha filmado mejor que nadie el miedo, es a su vez un miedoso, y supongo que su
éxito está íntimamente relacionado con este rasgo caracteriológico.”, escribe
FT. Y añade, tras indicar que necesitaba protegerse de los actores, productores
y técnicos. “Y aún le faltaba protegerse del público, y para ello Hitchcock
acometió la tarea de seducirlo aterrorizándole, haciéndole reencontrar todas
las emociones fuertes de la niñez”. Todo ello conduce al suspense que, para
Truffaut, “algunos consideran como una forma inferior del espectáculo, cuando
es, en sí, el espectáculo”.
Para el francés, AH no es ni es un narrador de
historias ni un esteta, sino “uno de los más grandes inventores de formas de
toda la historia del cine”, porque “La forma aquí no adorna el contenido, lo
crea”. La paradoja es que “el cineasta más accesible a todos los públicos por
la claridad y simplicidad de su trabajo es, a la vez, quien más sobresale al
filmar las relaciones más sutiles entre los seres humanos”.
¿De dónde le vino el miedo? Su padre, amante del
teatro, era severo y excitable. En palabras de Hitchcock, “Muy joven aún, me
internaron en Londres en una institución de jesuitas, el Saint Ignatius
College. Mi familia era católica, lo que en Inglaterra constituye casi una
excentricidad. Probablemente durante mi estancia con los jesuitas el miedo se
fortaleció en mí. Miedo moral a ser asociado con todo lo que está mal. Siempre
he permanecido apartado de ello”. Terror a los castigos corporales (la palmeta)
y a sentencias que no se ejecutaban inmediatamente, sino al final de la
jornada: “Este cura inscribía solemnemente tu nombre en un registro con la
mención del castigo que debías sufrir, y todo el día vivías en esta espera”.
Quería ser ingeniero, estudió en la School of
Engineering and Navigation (mecánica, electricidad, acústica y navegación) y
empezó a trabajar en la Telefónica Henley. Hacía dibujos publicitarios de los
cables eléctricos, seguía cursos de Bellas Artes en la Universidad de Londres y
leía revistas de cine. Con 21 años consiguió un empleo en una productora con
estudios cinematográficos en Inglaterra. Durante dos años escribió y dibujó los
títulos de films mudos. Dirigió su primera película con 26, en 1925. Y la
última, La trama, en 1976. Más de
medio siglo, 67 películas. Ríete de las 10.000 horas de “práctica deliberada”.
En el diálogo entre Truffaut y Hitchcock se entiende
muy bien la diferencia entre sorpresa y suspense. “Por ejemplo, en un whodunit
(quién lo hizo) no hay suspense sino en una especie de interrogación
intelectual. El “whodonit” es una curiosidad desprovista de emoción; y las
emociones son un ingrediente esencial en el suspense”. En el suspense, el
público participa, sabe lo que está pasando, pero los personajes de la película
lo desconocen. Pura emoción.
Pero vayamos con Psicosis.
Empieza en una habitación, con una pareja que queda furtivamente a la hora de
la comida; ella (Janet Leigh) quiere casarse, él no. “Creo que lo único que me
gustó (de la novela) y me decidió a hacer la película era la instantaneidad del
asesinato en la ducha; es algo completamente inesperado, y por ello me sentí
interesado”. Matar a la protagonista en el primer tercio de la cinta es un
impacto colosal. “Con Psycho dirigía
a los espectadores exactamente igual que si tocara el órgano”, declaró Hitch.
Un público “voyeur” al que nos va sorprendiendo.
¿Y la escena de la ducha? “El rodaje duró siete días
y tuvimos que realizar setenta posiciones de cámara para obtener cuarenta y
cinco segundos de película”. Una escena de una violencia increíble; a partir de
ahí, la violencia desciende.
Arte cinematográfico para crear una emoción de
masas. Y con poco dinero: 800.000 dólares (la produjo él mismo). “No la
emprendí con la idea de hacer una película importante. Pensé que podía
divertirme realizando una experiencia.” Utilizó un equipo de televisión para
rodar con mayor rapidez. Recaudó (en los primeros años) 13 M $. “En un film de
este género, es la cámara la que hace todo el trabajo. Pero naturalmente, no se
consiguen las mejores críticas, pues los críticos no se interesan más que por
el guión. Hay que dibujar la película como Shakespeare construía sus obras,
para el público”.
Es un film mudo en un cincuenta por ciento, y en
blanco y negro (Hitchcock adoraba el color) para no resultar demasiado
sangriento.
En Alfred
Hitchcock & the making of Psycho de Stephen Rebello (convertida en
excelente película, Hitchcock, con
Anthony Perkins, Helen Mirren y Scarlett Johansson), aprendemos que el propio
director británico, con 60 películas a sus espaldas, decidió “reinventarse”,
como se dice ahora, con un film de terror que no fuera de serie B. Y que su
esposa, Alma, era el tándem perfecto para alcanzar la genialidad (añadió la música,
hicieron el montaje juntos). Un punto de inflexión (AH terminaba contrato con
Paramount, arriesgó su propio dinero, se iniciaba con Universal) que marcó el
Hitchcock que ha pasado a la historia.
Este verano me pienso regalar la docena de mejores
películas de Mr. Hitchcock, para disfrutarlas tranquilamente.
Mis diez frases favoritas de este genio del cine
son: “El drama es como la vida misma, solo que sin las partes aburridas”, “Dales
placer. El mismo placer que sienten cuando se despiertan de una pesadilla”, “Soy
escritor, y por tanto un carácter sospechoso”, “No puedo leer ficción sin
visualizar cada escena. El resultado es más una serie de viñetas que un libro”,
“Vale más partir del cliché que llegar a él”, “La televisión ha hecho mucho por
la psiquiatría: no sólo ha difundido su existencia, sino que ha contribuido a
hacerla necesaria”, “Soy un director estereotipado; si hiciera La Cenicienta, el público estaría buscando
el cadáver dentro de la carroza”, “En
las películas de autor, el director es Dios; en los documentales, Dios es el
director”, “La venganza es dulce… y no engorda”, “Si no hubiera sido yo, ¿quién
más podría haber sido?”.
Mi gratitud a François Truffaut, a Alfred Hitchcock
y su esposa Alma.