Ayer viernes y
hoy sábado he estado trabajando con más de una veintena de profesionales de
Supermercados MAS el primero de tres talleres de ocho horas sobre La Dirección Meritocrática de los Recursos Humanos.
En este cambio
de ciclo, en el paso del Capitalismo al Talentismo, es importante preguntarse a
qué concepto se asocia nuestra organización y a qué concepto (diseño, relato,
juego, equipo, empatía, propósito) queremos que se asocie. Y qué conductas
hemos de poner de manifiesto desde la dirección para lograr ese concepto en la
mente de nuestros clientes actuales y potenciales. Y cómo estamos nosotr@s y
nuestr@s colaboradores/as en términos de Generosidad, la competencia más
importante en la nueva era, en la que el talento es más escaso que el capital.
Y hoy hemos
estado trabajando los intangibles: capital humano (el talento como
“inteligencia triunfante”), marca (promesa de valor), capital clientes y
expectativas de futuro. El papel de la dirección, en su sentido más amplio, es
clave para generar marca, para atraer, fidelizar y desarrollar el talento
individual y colectivo, para superar las expectativas de los clientes y para
generar informaciones positivas que alimenten las expectativas de futuro. Hemos
estado revisando casos actuales, como los de éxito de Mercadona, Día, Valor o
Atlantic Copper, el Chavismo sin Chaves o el próximo cónclave papal. Ejemplos de
una nueva era.
Anoche estuve
viendo Los amantes pasajeros, la
última película dirigida por Pedro Almodóvar.
Creo que he
visto todas las pelis de este director manchego, las 20 que ha realizado desde Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón en
1980. Me han gustado especialmente Mujeres
al borde de un ataque de nervios, Todo sobre mi madre y Volver. La penúltima, La piel que habito (2011) me pareció un
fiasco. Y la anterior a aquella, Los
abrazos rotos (2009) me pareció muy interesante. De ambas hablé en su día
en este blog.
Supuestamente, Los amantes pasajeros es el regreso de
Pedro Almodóvar a la comedia. Un avión que va de Madrid a México como metáfora
de lo que está pasando en nuestro país (el presidente de una entidad financiera
al que acusan de estafar a miles de ciudadanos, una ex vedette que tiene vídeos
comprometedores de sus “clientes”, una vidente, un mexicano asesino a sueldo,
una pareja en luna de miel) y uno de cuyos trenes de aterrizaje no funciona. En
realidad, la película no es graciosa en absoluto, los personajes son muy flojos
y después de verla no te queda nada. Una lástima esta ocasión perdida. Comparar
esta cinta con El vuelo,
protagonizada por Denzel Washington (en ambas un avión con problemas de
aterrizaje está en el centro de la historia, pilotos y azafatas con alcohol y
drogas) es como comparar una historia interesante con una bromita de tres al
cuarto.
Creo que
Almodóvar dirige magistralmente mujeres. De hecho, en esta peli se salvan
Cecilia Roth, Blanca Suárez y Lola Dueñas. Pero no es creíble ese trío de
azafatos gays (Raúl Arévalo, Javier Cámara –que hace de una especie de
“testigo” que trata de recordarnos a
Chus Lampreave porque “no puede mentir”- y el “chanante” Carlos Areces. Y aún
menos esos pilotos bisexuales: Antonio de la Torre y Hugo Silva. De lo
flojísimos que están Willy Toledo, Paz Vega y Miguel Ángel Silvestre, mejor no
hablar.
En fin, una
lástima. Los amantes pasajeros es una
película perfectamente olvidable. Como he leído en alguna crítica, “mucha locaza
y poca locura”. La cinta se llama en inglés I’m
so excited (como la canción que coreografían los tres azafatos gays). Pues a los espectadores no nos ha excitado
nada en absoluto, ni nos ha provocado la más mínima sonrisa. ¡Qué pena!
Mi agradecimiento
a Belén, Mª Mar y a todos los profesionales de MAS con los que he estado
disfrutando este fin de semana.