Una Europa alemana



2012 agoniza este fin de semana. Frío en Madrid (cuatro grados, lluvia y aguanieve por momentos). Tiempo para comer fuera, para leer y para escribir.
Hoy he estado leyendo Una Europa alemana, un apasionado ensayo de Ulrich Beck. Me gusta mucho el pensamiento de este sociólogo, profesor emérito de la Universidad de Múnich y de la London School of Economics, que ha acuñado el concepto de Sociedad de riesgo.
En 1953, el intelectual Thomas Mann advirtió en Hamburgo a sus compatriotas que nunca más se esforzasen en conseguir una “Europa alemana”. Claro, la Sra. Merkel estaba al otro lado del Telón de Acero y ha hecho caso omiso.
El libro parte de una noticia de radio de febrero de 2012: “El Parlamento alemán decide hoy el futuro de Grecia”. Inadmisible. Sin embargo, se asume con naturalidad. Y cita al periodista y escritor italiano Eugenio Sclafari: “Si la política fiscal impulsada por Alemania hiciera fracasar el euro, los alemanes serían responsables del fracaso de Europa. Sería la cuarta vez, tras las dos Guerras Mundiales y el Holocausto. Alemania tiene que asumir su responsabilidad sobre Europa”.
La política de austeridad divide a Europa, porque los gobiernos la aprueban y los ciudadanos la desaprueban. Casi uno de cada cuatro jóvenes europeos está sin empleo (un tercio de los irlandeses e italianos, el 53% de griegos y españoles). “Presenciamos encarnizados debates y luchas de poder, y al final solo hay perdedores”. Es la sociedad del riesgo porque “el no saber se extiende a todas partes”.
La Unión Europea ha sido un éxito (Croacia, el 28º estado miembro, se incorpora el 1 de enero de 2013; Serbia quiere hacerlo pronto). Lo que ocurre es que “los macroeconomistas carecen por regla general de un modelo adecuado para la unión monetaria europea” (Wolfgang Münchau, Financial Times). La salida de Grecia (o de otros países, como el nuestro) no es la solución, como Beck explica con claridad. “La crisis de la Unión Europea no es una crisis de deuda”. Se trata de evitar el hundimiento de los valores europeos (apertura al mundo, libertad y tolerancia). “Quien equipara Europa al euro ya ha abandonado Europa”. Y cita, nada menos, que a Nietszche: “Nosotros somos –y esta debe ser nuestra divisa- buenos europeos, los herederos de Europa, herederos ricos y satisfechos, pero también llenos de obligaciones, herederos de muchos miles de años de espíritu europeo”. Porque hay que tener cuidado, decía, con “una política que vuelve estéril al espíritu alemán al hacerse vanidoso”.
“Con el hundimiento del comunismo soviético, el capitalismo se ha globalizado y, según la opinión general, se ha sustraído al control de la política”, explica Ulrich Beck. Europa se escinde entre países del Euro y países de la Unión Europea (atención a Gran Bretaña), entre países acreedores y deudores, en una Europa con dos velocidades.
Y en el “liderazgo”, Merkiavelo (Beck hace un juego de palabras entre Merkel y Maquiavelo), titubeante, ofreciendo el caos. “Muchos ven en Ángela Merkel a la reina de Europa que nadie ha coronado”. Flexibilidad maquiavélica para compatibilizar, aparentemente, la competitividad nacional (ganar las elecciones en su país) y el papel de arquitecta europea. “Merkel quiere dictar a los socios, ordenarlos más bien, lo que en Alemania se considera la fórmula mágica para la economía y la política. Ahorro al servicio de la estabilidad”.
Europa se basa en principios de juego limpio, equilibrio, reconciliación y de impedir la explotación. “La Europa alemana viola estas cuatro condiciones básicas que deberían imperar en una sociedad europea en la que merezca la pena vivir”.
El autor nos propone “un contrato social para Europa”, renovando el de Rousseau:
1.    Más libertad mediante más Europa.
2.    Más seguridad social mediante más Europa.
3.    Más democracia mediante más Europa.

En mayo de 2012, Helmut Schmidt, Jürgen Habermas, Herta Müller, Senta Berger, Jacques Delors, Richard von Weizsäcker, Imre Kertész y otros célebres europeos presentaron “Doing Europe”. Un documento que nos sirve de guía. La democracia europea tiene que “crecer desde abajo”.
¿Primavera europea? Ojalá. “El redescubrimiento del Estado nacional alemán, las nuevas maneras de un política que avanza sin brújula y a corto plazo, y el acuerdo de la clase política-mediática son razones suficientes para pensar que a la política le falta aliento para un proyecto tan grande como la unión de Europa” (Jürgen Habermas). Tal vez es que tenemos líderes muy pequeños (empezando por la Sra. Merkel) para una Europa que les viene muy grande.
Ulrich Beck termina con un verso de su compatriota Hölderlin: “Donde crece el peligro crece también la salvación”. Optimismo –inteligente, responsable- ante todo.
Me ha gustado este ensayo de 101 páginas. Me gustaría añadir que esta es una guerra económica, que no política, y conviene recordar que Alemania ha perdido todas sus guerra en las últimas décadas. Empieza bien, pero acaba mal.
En Del Capitalismo al Talentismo, trato el tema de la Unión Europea y Alemania. No podía ser de otra manera. Una “Europa alemana” sería un desastre; una “Alemania europea” puede ser una esperanza.