Ganar y perder

Qué curioso que, por esos caprichos del destino, el último libro de mi querido amigo Santiago Álvarez de Mon (docente, coach, consultor de talla mundial al que admiro especialmente) y el de un servidor hayan salido prácticamente en las mismas fechas, y que el de SAM se llame Aprendiendo a perder. “¿En qué quedamos?”, pueden preguntarse. ¿Aprendemos a perder o mantenemos una Mentalidad Ganadora?

El maestro Álvarez de Mon, en su séptimo libro (con la colaboración especial de Cristina Ramírez, su esposa; como dice en los agradecimientos, es “Compañera inseparable de mi travesía vital, me muestra los secretos más profundos de un río que avanza hacia su último destino. El camino es la meta, con ella lo tengo muy claro”), nos lo aclara: “Si ganar es una motivación legítima, natural e inocente, si alcanzar nuestra cima es el objetivo loable y admirable que perseguimos (…) los fallos y los tropiezos del camino han de ser incluidos en nuestro álgebra personal”.

Por ello, “la aceptación tranquila, serena, humilde y consciente de esa realidad irrefutable, el acto humano de perder, es la única plataforma válida para desafiar los límites y ganar partidos ‘imposibles’”. Porque “el error nos enseña quiénes somos, un lado con frecuencia oculto de nuestro ser”. Como Santiago nos ha enseñado en otras ocasiones, el carácter se curte ante la adversidad. Autenticidad, Libertad. El autor nos habla de la pérdida (“si la utilidad es el criterio principal de decisión, si la pasión y el gusto no tienen nada que decir en nuestras opciones profesionales, lo mejor es que cada uno se quedara en penumbra, nostálgico de lo que podía haber sido”). “Sólo los partidos que se pueden perder merece la pena jugarlos. Las cosas salen muy bien cuando podrían haber salido muy mal. La tibieza es el problema. Y sólo aceptando la pérdida como opción, se puede ganar.” Para ser humilde, ganar no puede ser una obsesión (“si no se es humilde, la realidad nos inunda y la vida se rompe”). SAM espera que el verbo VIVIR, con mayúsculas, “supla a su familiar, traicionero y reduccionista competir”. Sí, la vida es más que un torneo, que una confrontación. Para aprovechar el error inocente, una anécdota, la educación como viaje interior: “¿Por qué se asocia la vida con la meta y no con el camino?” El maestro Álvarez de Mon lo tiene claro: “Somos tan tontos que nos preocupamos y perdemos la paz por cuestiones superfluas, y descuidamos imprudentemente relaciones, conversaciones, planes y tiempo donde suele acampar la felicidad.” Y concluye: “¡ganar, perder, quién sabe, caminar es lo que importa! Y a lo largo del trayecto, despertar, respirar, pensar, sentir, conversar, aprender, cooperar, meditar, fluir, sentir, amar. Son los verbos preferidos de una vida buena, la suya”. Este listado de conductas deseables ha de acompañarnos toda la (buena) vida.

Gran libro Aprendiendo a perder. Uno de los mejores del años, sin duda. Efectivamente, en la moneda del talento encontramos un anverso (la Mentalidad Ganadora: primero ganar en la mente, en la convicción, para después ganar en la vida) y un reverso (el aprendizaje en la derrota). Son las dos caras de la vida.

Paseo con Zoe por la Gran Vía: La casa del libro, FNAC, la librería de El Corte Inglés La primavera ya ha llegado a ellas. Además del libro mencionado, he comprado los últimos de Lynda Gratton (sobre el futuro del empleo), de Ferrán Martínez (sobre coaching), el celebrado Los desafíos de la memoria de Joshua Foer, La educación del estoico de Fernando Pessoa, Boomerang de Michael Lewis (tenía ya ganas de que estuviera en castellano) y El nuevo marketing relacional de Mari Smith. He comprobado, con gran satisfacción, que en todas estas librerías hay muchos ejemplares de El arte circular, de Almudena Eizaguirre y Alfonso Longo (sé que en Bilbao se han agotado en varios lugares), y decenas de Mentalidad Ganadora (en la FNAC de Callao ya sólo quedaban tres).

Por la noche, a las 10, un gran espectáculo de fútbol: Betis – Real Madrid, desde Sevilla. Una muestra de por qué la nuestra es la mejor Liga del mundo. Los dos equipos han merecido ganar, porque se han dado al máximo. La afición bética, a tope con su equipo. Y como había dicho Mourinho en las ruedas de prensa anteriores, a pesar de que tiene en unos días la vuelta de la Champions, se llevaba su mejor equipo.

Me he acordado especialmente de Patricia Ramírez, la psicología granadina que trabaja en el Betis con Pepe Mel. ¡Qué trabajo tan impresionante está haciendo! Enhorabuena, Patricia. Sólo con un trabajo tan didáctico como el tuyo puede salir el equipo esforzarse y disfrutar como lo ha hecho. Los aficionados al fútbol te estamos muy agradecidos.

Y mi agradecimiento especial a Guillermo Rey-Ardid, que en su blog Liderando personas ha tenido la generosidad y la amabilidad de mencionarme (“El efecto Cubeiro”). Guillermo es un ejemplo de Mentalidad Ganadora, de líder empresarial humanista. Disfruté mucho con él el viernes en la jornada de APD en Valencia. Si tuviéramos la mitad de jefes tóxicos y, en su lugar, se comportaran como Guillermo Rey, este país tendría la mejor calidad directiva del mundo. Es nuestro empeño compartido conseguirlo.