Una parodia de la justicia

Esta mañana he ido a ver “Betty Ann Waters” (Conviction), una película protagonizada y producida por Hillary Swank, dirigida por Tony Goldwyn (el actor que hacía de malo en “Ghost”). La historia real de dos hermanos con una infancia muy difícil (su madre tuvo 9 hijos de 7 relaciones y ellos vivieron en casas de acogida). En 1983, Ken Waters fue acusado de asesinato de una exnovia y condenado a cadena perpetua (afortunadamente, en Massachussets no hay pena de muerte). Betty Ann cree en su inocencia, estudia Derecho, consigue recuperar las pruebas, utiliza el ADN y junto con la ONG neoyorkina Inocencia hace posible que, 18 años después, su hermano salga libre. En 2009 consiguió del ayuntamiento de Ayer, Mass. 3’4 M $ de indemnización.

Se trata de un relato de tenacidad y superación a lo Erin Brokovich con el que los estadounidenses nos obsequian con frecuencia (me la recomendaron antes de ayer Mar y Enrique y me ha gustado mucho). Sin embargo, es una lástima que el todavía país más poderoso del planeta cuente con una justicia tan lamentable (“una parodia de justicia”, la califica el director de Inocencia). En este caso, va más allá de la chapuza para adentrarse en la vileza: testigos que cometen perjurio, ambiciones de la policía de turno para ser ascendida, un jurado que se basa en que el tipo sanguíneo del autor y del acusado son el mismo para tan dura condena… Sólo el espíritu de superación de la hermana (que creyó en él, a diferencia de los demás, y se sacrificó en consecuencia) y el milagro de que las pruebas no se destruyeran (cuando por ley debían haber desaparecido a los 10 años) dieron la merecida libertad al reo. Ken Waters fue liberado en marzo de 2001 y falleció 6 meses después, tras caer de un muro y sufrir un cortocircuito en casa de su hermana tras cenar con su madre. “Fui uno de los afortunados”, había declarado cuando salió de prisión. Desde 1982, 242 exoneraciones post-condena, incluyendo 17 en el corredor de la muerte, en los EE UU.

Se trata de no rendirnos jamás, por difícil que resulte (Betty Ann, divorciada y madre de dos hijos, trabajó de camarera mientras estudiaba leyes). He estado leyendo el último best-seller de realización personal, NO TE RINDAS, del catedrático de psiquiatría Enrique Rojas. Un recorrido vital “para aprender a ser optimistas”, por las cuatro notas de la felicidad (amor, trabajo, cultura y amigos) partiendo de la primavera (abril: del amor de alta velocidad al de larga duración; mayo: dejar de ser hijos para poder ser padres; junio: los amigos, nuestra familia espiritual), el verano (julio: felicidad; agosto: la dicha se administra en pequeñas dosis; septiembre: la alegría), el otoño (octubre: crecer más allá de los límites; noviembre: nuestro maestros cotidianos; diciembre: la cosecha de la sabiduría) y el invierno (enero: liberarnos del peso del pasado; febrero: adiós a la ansiedad; marzo: superar el miedo a la muerte).

Un libro muy completo, que trata los principales temas de la naturaleza humana de forma didáctica. En cada mes, un test de comprensión y un conciso decálogo de consejos. Si la esperanza de vida en España es de 81’5 años y la dividimos en 12 partes (cada mes serían 6 años y 9 meses), a los 47 años un servidor estaría –si parte de abril- acabando su séptimo mes: a finales de octubre, en los inicios del otoño. Para "crecer más allá de los límites", el Dr. Rojas me/nos recomienda:

I. Madurar es adaptarse y evolucionar a través del cambio.

II. Deja a Peter Pan para los cuentos (la falta de compromiso).

III. Actúa ante todo.

IV. Evita el síndrome de Simón (soltero, inmaduro, obsesionado con el éxito y narcisista).

V. Aprende a decir “te quiero”.

VI. Rompe tus límites mentales.

VII. Elimina la palabra imposible de tu vocabulario.

VIII. Resta importancia a lo negativo.

IX. Haz de cada obstáculo un peldaño.

X. Disfruta del tiempo solo y en compañía.

“Estamos pasando de un mundo donde el grande se come al pequeño a un mundo donde los rápidos se comen a los lentos” (Klaus Schwab, presidente y fundador del Foro Económico Mundial de Davos).

Gracias a quienes nos ayudan con sus consejos (Enrique Rojas, Álex Rovira, Mario Alonso Puig) y con su ejemplo, como Betty Ann Waters, Erin Brokovich o las madres más cercanas a nosotros que educan maravillosamente a sus hijos con amor y exigencia, para que luchen toda su vida por la dignidad, la libertad y la justicia.