La oblicuidad y Alemania

Reuniones internas por la mañana, entrevista en el canal 8 TV (sobre Mourinho versus Guardiola, que sigue funcionando de maravilla) y AVE a las 2 de la tarde. En el tren he estado leyendo Obliquity (Oblicuidad) de John Kay, columnista del Financial Times, profesor en la London School of Economics y en el St. John’s College de Oxford.

El libro es la prolongación de un artículo de John Kay en el FT el 17-I-2004. Oblicuidad se consiguen mejor cuando se persiguen indirectamente. Como el canal de Panamá, vía ‘oblicua’ para conectar el Pacífico y el Atlántico. Por ejemplo:
- La gente más feliz no es la que persigue la felicidad: el ‘flow’ (fluidez) de Csikszentmihalyi. “El logro de la felicidad es cuestión más de autorrealización personal que de circunstancias objetivas”.
- Las empresas más rentables no son las que más se orientan al beneficio. “El valor para el accionista es la idea más estúpida del mundo” (Jack Welch, 2009).
- Los más ricos no son los más materialistas, sino los apasionados con lo suyo (Henry Ford, Rockefeller, Carnegie, Walton, Gates).
- Los medios nos ayudan a descubrir el fin. Según el psicólogo Daniel Nettle (2005), hay tres sentidos de la felicidad: el más básico es el placer, el intermedio es un estado mental, el más elevada es la eudaimonia de Aristóteles: el reto.
- Oblicuidad en otros aspectos: “El arte es una mentira que nos hace darnos cuenta de la verdad” (Picasso).
En la segunda parte, John Kay nos recomienda apostar por la oblicuidad, porque el resultado suele depender de cómo se hacen las cosas (“la calidad de la ejecución determina la calidad de la decisión”, suelo decir).
El mundo es muy complejo como para ir a la directa. El autor pone como ‘mala práctica’ a Robert McNamara, una gran mente analítica, cuya gestión fue desastrosa en Ford y con Vietnam. Los modelos son descripciones imperfectas de la realidad, y por tanto subjetivas.
La tercera parte es cómo hacerlo. Kay pone el ejemplo de ABB, admirada en los 90, que se colapsó en 2002. Y utiliza la metáfora del erizo (que sólo sabe de una cosa) que el zorro (que sabe de muchas). Churchill fue un erizo, y Roosevelt un zorro (como Keynes).
Es más importante acertar que ser coherente. Un libro con un concepto interesante, aunque el texto es bastante deslavazado.

Mientras leía, he escuchado en el AVE “For the love of a princess”, de la banda sonora de Braveheart: http://www.youtube.com/watch?v=JOK1MgJ8UkI , y “Buongiorno principessa”, de Nicola Piovani (banda sonora de La vida es bella): http://www.youtube.com/watch?v=wv6qVIPgLjo&feature=related

¿Funciona esto de la oblicuidad respecto a la crisis? La economía alemana, por ejemplo, registra el mayor crecimiento del PIB desde la unificación: 3’6%. La causa son unas poderosas exportaciones (crecimiento del 14’2% en 2010), la demanda interna (crecimiento del 13%, por crecimiento del consumo) y caída del desempleo (7’7% de la población activa). Los germanos, con un crecimiento superior al de la UE (1’8%), EE UU (2’7%) y Japón (3’5%), aunque lejos de China (10%).

Me ha gustado la entrevista en El Mundo (página 16 de M2) a Fernando Campos (Madrid, 1971), gerente del Marca Sports Café. Es licenciado en INEF y siempre ha trabajado en hostelería (Moby Dick, Irish Rover, Zena). Un ejemplo de calidad de servicio que seguro que funcionará muy bien. “El cliente siempre tiene la razón, incluso hablando de fútbol”.