Toca reinventarse, Saltemos al vacío

La prensa de hoy domingo (muy soleado en Madrid, por cierto) ha venido particularmente jugosa. Destaco la entrevista de John Carlin a Arnaldo Otegui desde la cárcel, portada de El País: “Si ETA matase mañana, la izquierda abertzale se opondría”. Las armas deben desaparecer de la ecuación política vasca, se dice en la entrevista. Ojalá sea así, para siempre.

Mi amigo Carlin escribe en su columna El Córner inglés (en las páginas de deportes del mismo diario) sobre La tontería más grande del mundo. Es comprar un equipo de fútbol. “El poder sin responsabilidad, temible en un gobernante, es uno de los placeres del que dispone un aficionado al fútbol. (…) Para el dueño de un club de fútbol es al revés”. Además, cuando hay éxitos deportivos no suele haber éxitos económicos… y al revés.

En El País Negocios, Competitividad en el área euro, de Guillermo de la Dehesa, presidente del CEPR. El reto para nuestro país es aumentar la productividad laboral y especialmente la productividad total de los factores (PTF), resultante de conseguir un mayor nivel de capital humano, de innovación y de calidad y marca. La productividad sólo puede incrementarse con reformas estructurales del mercado de trabajo, de los servicios, de la educación, de la formación y del I+D+i”. En el mismo suplemento, la reseña de Manuel Sánchez Ortega, Consejero Delegado de Abengoa. Una de las mejores empresas de nuestro país, y sin duda uno de nuestros mejores directivos. En la casa desde hace 22 años, ha sido Presidente de Telvent.

ABC analiza la crisis de valores (3 de cada 10 jóvenes abandonan el colegio antes de los 16 años; seis de cada diez no superan el bachillerato; la edad de inicio en el alcohol es de 13’7 años), con un magnífico artículo de José Antonio Marina: “Cuando todos critican al padre”. No nos lo podemos perder:
"El discurso educativo se ha hecho pesimista y dramático. Casi siempre que hablamos de educación lo hacemos en términos apocalípticos. Es cierto que educar es difícil, pero creo que debemos recuperar una actitud más optimista, animosa y activa. Tenemos los medios, los conocimientos y las oportunidades de educar bien, y solo nos falta la decisión de hacerlo. ¿De dónde debe surgir este movimiento de renovación? Sin duda, de la sociedad en su conjunto, pero los dos protagonistas, los dos focos de la conciencia social educativa, han de ser las familias y las escuelas. No separadas, sino unidas. Padres y docentes forman el equipo pedagógico básico, y debemos elaborar una pedagogía compartida que permita que la casa y la escuela no sean espacios separados o antagónicos, sino cooperadores. Cada día se habla más de un «complementary learning», de un aprendizaje complementario entre ambas instituciones, pero esta idea tan elemental encuentra muchas dificultades para ponerse en práctica. Hay que vencer perezas y recelos por ambos lados. Todos los estudios indican que los padres solos no pueden educar bien, pero que la escuela sola tampoco puede hacerlo. Por ello, este artículo pretende ser, además de una exposición de motivos, una llamada a la acción, dirigida a la sociedad.
Comenzaré por el principio, precisando los objetivos de la educación. Con ella, lo que pretendemos es que nuestros niños y niñas adquieran los recursos intelectuales, afectivos, volitivos y morales para dirigir responsable y adecuadamente sus vidas, ser capaces de aprovechar las oportunidades y enfrentarse con los problemas. Dicho de forma expeditiva, lo que todos deseamos es que estén en las mejores condiciones para ser felices y ser buenas personas. Esto incluye la posibilidad de un buen trabajo y el talento para mantener relaciones afectivas satisfactorias, y para colaborar al bienestar general. Los objetivos de la educación son ambiciosos, pero pueden resumirse en una escueta fórmula: educación = instrucción + educación del carácter.
Formar el carácter
Educar es, sin duda, proporcionar al niño, o al adulto, los conocimientos necesarios. De eso —de la instrucción— se encarga fundamentalmente el sistema educativo. Pero educar es también ayudar a formar el carácter. Carácter es el conjunto de hábitos que una persona adquiere, y que van a ampliar o limitar sus posibilidades vitales. El buen carácter es el que aumenta las posibilidades de desarrollo, autonomía, creatividad y eficacia de una persona. Ser optimista, valiente, soportar el esfuerzo, disfrutar con las cosas buenas, estar dispuesto a aprender continuamente, ser capaz de emprender proyectos, de comunicarse, de colaborar, mantener la confianza en sí mismo, buscar la justicia, son recursos que forman parte del buen carácter. Nosotros no podemos resolver los problemas de nuestros hijos, ni siquiera sabemos cuáles podrán ser. Ellos tendrán que pelear sus propios combates. Nuestra obligación es proporcionarles competencias generales; ayudarles a desarrollar las fortalezas personales. Por ejemplo, podemos estar seguros de que al llegar a la adolescencia vivirán en un mundo en el que las drogas van a estar presentes. No podemos evitarlo. Lo único que podemos hacer es educarles para que ellos tomen la decisión más inteligente en el momento oportuno. Pues bien, la formación del carácter es tarea conjunta de la familia y de la escuela. Por eso deben colaborar. El protagonismo de la familia es decisivo. Sin embargo, durante la última mitad del siglo pasado su papel educativo fue ampliamente criticado. Se la tachó de ser una institución autoritaria, que anulaba la libertad de los hijos y prolongaba una injusticia patriarcal. Se repitió como un dogma de fe la afirmación de Freud: «Hagan lo que hagan los padres, lo harán mal». La situación resulta angustiosa para muchos padres. Por una parte se les responsabilizaba de la conducta de sus hijos. Cada vez que hay un problema social causado por la juventud, todo el mundo critica a los padres por no cumplir su obligación.
Pero, al mismo tiempo, se rebaja la autoridad de los padres. El código civil les quitó hasta la facultad de «corregir adecuadamente» a sus hijos. En este momento, por ejemplo, la «patria potestad» ha pasado de ser un derecho sobre los hijos a ser solo un conjunto de deberes sin reciprocidad. Ambas situaciones eran, por supuesto, injustas. Sin duda, hay muchos padres que se desentienden de sus obligaciones educativas, hay una profunda crisis de la institución familiar, las relaciones matrimoniales se han fragilizado...; pero la mayoría de los padres están muy preocupados y confusos por la educación de sus hijos. Si delegan en la escuela toda la responsabilidad, no es tanto por comodidad como por impotencia.
En España, las madres que trabajan tienen un complejo crónico de culpabilidad. Por esa razón, hace tres años fundé la Universidad de padres on line, con el propósito de ayudar a las familias durante todo el proceso educativo, desde el nacimiento del niño hasta los 16 años. Se trata de poner a su disposición los conocimientos y las prácticas educativas más actuales y eficaces. El éxito de la iniciativa confirma mi convicción de que la mayoría de los padres quieren hacer bien sus tareas. Pueden informarse en www.universidaddepadres.es
¿Por qué dije antes que este artículo iba dirigido a la sociedad entera? En primer lugar, porque, como me gusta repetir, «para educar a un niño hace falta la tribu entera». En segundo lugar, porque familia y escuela necesitan el apoyo, la cercanía, el interés de toda la ciudadanía. Al fin y al cabo, nuestro nivel de vida va a depender de la buena educación de nuestros jóvenes”.

El maestro Marina se despide de su columna La frase en El Mundo con una del poeta Antonio Machado: “Olmo, quiero anotar en mi cartera, la gracia de tu rama florida”. La esperanza en el olmo herido. Y nos aporta otra de Jorge Guillén: “La memoria es fuerza oscura, para que te enamores, alma, de lo que perdura”.

También en El Mundo, Javier Mariscal es entrevistado por Antonio Lucas: “Toca reinventarse, saltemos al vacío”. ¡Qué maravilloso lema de este gran creador! “El accidente de la dislexia me ha permitido ir a lo mío y tener un claro instinto de libertad”. Un servidor tuvo la ocasión de escribir sobre el don de la dislexia en mi libro sobre Leonardo da Vinci. Dos aportaciones geniales: “Desde la diversión se llega muy lejos. Si gozo, mi pensamiento emocional se activa. Barceló decía que no, que para crear hay que sufrir. Y yo paso. Prefiero romper moldes desde la risa”. “La base de nuestra civilización está en el símbolo. Nosotros, los artistas gráficos, trabajamos en ese lenguaje simbólico que nos impulsa como sociedad y evoluciona la representación de nuestro pensamiento. Gracias a este oficio la sociedad se entiende mucho mejor”. Estamos en la era conceptual, que diría Daniel Pink.

En el mismo diario, entrevista de Martin Fletcher (The Times) al presidente de Chile, Sebastián Piñera: “Les buscamos como si fueran nuestros hijos”. Ayer llegó a Londres iniciando una gira europea. Y en las páginas de política, se presenta a los “candidatos virtuales” del PSOE si no presenta el presidente José Luis Rodríguez Zapatero a un tercer mandato en 2012: Carme Chacón, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Blanco, Mª Teresa Fdez de la Vega, Patxi López, Guillermo Fernández Vara, Tomás Gómez, Eduardo Madina o ‘un candidato cualquiera’. Mi olfato en cuestiones de liderazgo me dice que está entre Carme Chacón, ministra de defensa, y Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura.

En la revista XL Semanal, del Grupo Vocento, entrevista a los Premios Príncipe de Asturias que se entregarán el próximo viernes. Vicente del Bosque es “el líder tranquilo”: “El éxito es fugaz y está sobrevalorado. Por mucho que ganes, sólo eres uno más. ¡Así es la vida!” Mantiene el ideario sin bandazos, y por eso es grande. Como lo es también Manos Unidas (que preside Myriam García Abrisqueta) y el sociólogo Alain Touraine. Le preocupa “cómo se hunde Europa. Su incapacidad para tomar decisiones, su falta de visión…” También en este semanal, los diarios de Mandela en Robben Island: “La celda es el lugar idóneo para conocerte a ti mismo. Me da la oportunidad de meditar y evolucionar espiritualmente”.

Zoe ha estado con su amiga Ana María hoy en Micrópolix (es la 7ª vez que Zoe visita esta “ciudad de los niños”). De 12 de la mñana a 7.30 de la tarde. Ha desempeñado 21 oficios. Los niños se lo pasan genial en Micrópolix.

Hemos aprovechado para ver La red social, la película sobre la creación de Facebook dirigida por David Fincher con guión de Aaron Sorkin sobre el libro de Ben Mezrich Multimillonarios por accidente, del que hablé en su día en este blog. Sorkin (autor de los guiones de Algunos hombres buenos y El lado oeste de la Casa Blanca) considera que “la falta de sinceridad acabará con facebook. La gente terminará cansándose de ver lo que algunos piensan sobre temas nimios y volverá a quedar para ir al bar o al cine. Queda tiempo para saber dónde nos llevará este expermiento”. Es muy posible.

La red social es un peliculón. David Fincher en Seven (1995) nos ofreció el retrato de un psicópata exentos de emociones (interpretado por Kevin Spacey), en The Game (1997) un juego emocional para “despertar” a un acomodado Michael Douglas, en El club de la lucha (1999, con Brad Pitt) una reflexión sobre la falta de estímulos para el combate, en La habitación del pánico (2002, con Jodie Foster y Forrest Whitacker) un relato claustrofóbico sobre lo que haría una madre porque su hijo sobreviva, en Zodiac (2007), una meticulosa reconstrucción sobre el modus operandi de un asesino en serie y la obsesión de un periodista por descubrirle y en El curioso caso de Benjamín Button (2008) una interesante reflexión sobre la irreversibilidad de la vida (con Brad Pitt y Cate Blanchett). En La red social, Fincher combina su “experienciaje” (aprendizaje por la experiencia) de análisis de un genio carente de emociones (“No eres un gilipollas, pero te esfuerzas mucho en parecerlo”, le dicen a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, al final de la película) de una forma metódica y precisa, a través de un “thriller judicial” y una narración apasionante. IMDB (la base de datos internacional de películas) le da un 8’5 sobre 10 (yo creo que incluso merece más). El día de su estreno en EE UU, Zuckerberg se fue con 400 profesionales de Facebook a ver la peli y se cuenta que, como consecuencia, donó 1’5 M $ a escuelas públicas. La verdad duele, pero Facebook es un fenómeno de 500 M de ususarios (1 de cada 13 habitantes del planeta) que vale 2.500 M $ y que ingresa 700 M $ al año.

Tengo muchísimas ganas de participar en el Cine Fórum que APD organiza en Madrid el próximo martes y el que organiza en A Coruña al día siguiente miércoles. Habrá debates sumamente interesantes sobre el papel de las redes sociales, la tecnología y el talento, las emociones y el emprendizaje…

Mis agradecimientos de hoy a los periodistas honestos y comprometidos, como John Carlin, a los pensadores que nos enriquecen como José Antonio Marina, economistas rigurosos como Guilermo de la Dehesa, a los artistas de verdad como Javier Mariscal, a los directivos humanistas como Manuel Sánchez Ortega, a los escritores creativos como Ben Mezrich, a los guionistas brillantes como Aaron Sorkin y a los directores geniales como David Fincher. Talento, talento, talento. Con personas así podemos aprender mucho cada día.