La vulgaridad y la dulzura

Soy de los que leen El Economista todos los miércoles por la columna Territorio Femenino de Ángeles Caballero. Considero a Ángeles una de nuestras mejores periodistas, con un estilo fresco y ágil y mucha gracia (a la par que profundidad) en sus contenidos. El artículo de ayer se titulaba Terapéuticas energéticas y el amor verdadero. La Caballero confesaba haber visto el ‘reality’ de Telecinco I love Escassi. “Que fauna, señores, y que flaco favor a las mujeres”. La periodista económica nos cuenta que en el programa en cuestión hay dos grupos de señoras, uno de entre 30 y 48 años (que, según Ángeles, “mienten más que hablan”) y otro de jóvenes. “Porque ese aspecto de madurita con escote reventón o candidata a novia de Paquirri no tiene nombre (una dice que es terapeuta energética)”. En fin, concluye AC: “¿Lo peor? Que los machistas tienen motivos para seguir alimentando sus tópicos sobre las mujeres”.

En La Vanguardia, también ayer, Josep Payá Mases comenta en Tendencias sobre El poder de lo vulgar. Belén Esteban, John Cobra… “¿Estamos definitivamente ante la entronización de la vulgaridad?”. Una ministra de igualdad que compara el aborto con “ponerse tetas”, un ex presidente del gobierno que se ‘berlusconiza’. El artículo cita a Javier Gomá, director de la Fundación March: “Una cosa es la vulgaridad entendida como una ruptura entre la cultura de élite y la cultura popular o folclórica (el tomate de Warhol) y otra es la zafiedad (un ex presidiario haciendo apología de la violencia)”. Fermín Bouza, en Revista de Occidente, publicó su ensayo Cultura y gusto al inicio del siglo XXI: sociología de la basura, en el que considera que este fenómeno surge por la confluencia de intereses comerciales, ideológicos y culturales. Es una “filosofía espontánea” que se sustenta en un pesimismo histórico y en la desaparición de las claves comunitarias. “Después de la liberación (los 60 y 70), debemos aforntar la emancipación, pero ese cambio de mentalidad no va a ser para este lunes”, aclara Gomá.

También en La Vanguardia, Sergi Pàmies trata en su Crítica de TV sobre el programa de Escassi, “al que se presenta como famoso jinete pero que, en la práctica, es conocido por su participación en una edición de Supervivientes y por su esgrima de bragueta, debidamente certificada por la prensa rosa”. Y claro, “una candidata, a la que echaron sin piedad, incluso le tocó el culo y dijo que le gustaba porque era ‘apretaet’.” Para sergi, el programa “retrata bien las estrategias del mercado de seducción seudoganadera. Por parte de Escassi, opulencia en la demanda. Por parte de las candidatas, rivalidad en la oferta y un rico repertorio táctico: simpatía, ternura, guarrindonguería, misterio, romanticismo de prospecto turístico y movimientos de pestañas capaces de desencadenar grandes catástrofes hormonales”.


Salida a La Coruña, a trabajar con los directivos de Inditex. En el aeropuerto (casi hora y media de retraso) y en el vuelo, aprovecho para leer Bilbao-Nueva York-Bilbao, uno de los acontecimientos editoriales de la temporada. No suelo ser lector de novela, pero este libro de Kirmen Uribe me ha enganchado. El relato de tres generaciones, escrito con belleza poética. En él se muestra, entre otras historias, la de Karmentxu, que salió del País Vasco con 14 años (en los 50) y piensa volver para estudiar euskera. Siempre repite la palabra “goxua”. “Sólo recuerda esa palabra. Eso es lo más importante para ella en la vida, la dulzura”.

Cada uno de nosotros elegimos, con nuestros gestos y nuestras palabras, entre la vulgaridad y la dulzura.

En La Coruña, he aprovechado para comer algo en el restaurante del NH Atlántico (donde, en 1973, Pilar Cubeiro, tía de mi padre que trabajaba allí, me “presentó” a los jugadores del Real Madrid que iban a disputar el Teresa Herrera; un recuerdo imborrable para un chaval de 9ª años). He paseado por la plaza de María Pita, por los alrededores de la Torre de Hércules, por el cementerio de San Amaro (donde están enterrados mis abuelos paternos), por la Ciudad Jardín (que edificó mi bisabuelo) junto al estadio y la playa de Riazor. La Coruña es la ciudad donde nadie es forastero, y menos quien guarda a sus recuerdos y sus ancestros aquí.

A partir de las 6, la película Invictus en los Filmax del puerto junto a una treintena de los principales directivos del Grupo Inditex. Tras la cinta, John Carlin, Pablo Isla (Consejero Delegado de Inditex) y un servidor hemos hablado de Mandela, de Liderazgo, de inspiración, de ejemplo, del sano pragmatismo de hacer bien las cosas, con integridad y perspectiva. Me ha gustado que Pablo Isla me presentara, antes que como experto, como buen amigo de la casa. Así es. Admiro mucho, y desde hace mucho tiempo, a la buena gente de Inditex, que nos hace sentirnos orgullosos por todo el mundo.

Después hemos tenido una cena de pie en el Club Náutico, por lo que podido hablar con muchos de los directivos allí presentes. Personas con responsabilidades en los cinco continentes. Inditex es uno de los ganadores en esta crisis. Por su presencia global, ha hecho un buen ejercicio a pesar de los momentos difíciles y sigue creciendo a buen ritmo (en China, por ejemplo, ya tiene 65 establecimientos y en Polonia más de 100). Un claro ejemplo de empresa profesional, preferida para trabajar y que avanza en estos momentos de incertidumbre.