Vulgaridad, publicidad, mérito

Domingo de descanso, de inicio del otoño, de cambio de temperatura atmosférica y corporal.

La prensa de hoy se hace eco del “aluvión de apoyos al Presidente Zapatero con un discurso radical contra los poderosos”. “Parte del tejido empresarial que se ha destruido era de cartón piedra”, ha dicho el Presidente del Gobierno, que defiende “una reforma empresarial más que una reforma laboral”. A eso nos referimos algunos, cuando decimos que más que el modelo productivo, nuestro país debe cambiar el modelo directivo, porque la calidad directiva explica (para bien o para mal) el 60% de la productividad y la competitividad. “Los datos son escandalosos; los trabajadores tributan más que los empresarios”.

Si la reunión de la Ejecutiva del partido en el gobierno ayer fue un “acto de adhesión inquebrantable”, las últimas reuniones del principal partido de la oposición no han ido mucho mejor. Prácticamente nadie ha hablado, a excepción de Mariano Rajoy, en la Junta Directiva Nacional del pasado lunes (300 personas), ni en los dos Comités Ejecutivos anteriores. Necesitaríamos más espíritu de equipo, tanto en el PSOE como en el PP, en beneficio de todos.

Ejemplaridad pública. Así se titula el último libro de Javier Gomá, director de la Fundación Juan March. Es entrevistado por Tulio Demicheli en ABC y declara que “la juventud usa un trasnochado lenguaje de la liberación pero se ha vuelto consumista y prisionera del peor capitalismo”. Gomá no cree que la solución sea aprobar una Ley de Autoridad en las aulas ni dotar de un ordenador a cada estudiante, porque “la autoridad paterna y profesional hay que merecerla siendo un ejemplo para sus hijos y alumnos, que se siga por persuasión y no por coacción”. Sí, eso se llama Liderazgo, y se forja, no se improvisa. Javier Gomá expone el caso de Barack Obama, “un hombre que tiene dos carreras universitarias y no ha llegado a la presidencia de su país por sus cualidades como intelectual y profesor ni escribiendo tratados, sino a través de dos autobiografías en las que él se propone como un ejemplo a seguir”. Es más, “sólo la persuasión no coactiva de un ejemplo cívico tendrá la capacidad de transformación para elevarnos de la vulgaridad”. El Liderazgo es más necesario que nunca. Como “vivimos en una gran red de influencias mutuas”, Gomá considera que “todos tenemos el deber de que nuestra influencia sea cívica”, lo que Cicerón llamaba “impresión de vida”, el grado de confianza que una persona suscita en su entorno.

José Antonio Marina, en La frase (El Mundo) recoge una precisamente de Javier Gomá: “Necesitamos un programa de reforma de la vulgaridad”. En palabras de JAM: “El proyecto democrático de búsqueda de la justicia, de la inteligencia social, de la creación ética, no anula la distinción sino que nos impone a todos ser distinguidos” porque “debemos afirmar una igualdad de oportunidades, pero una aristocracia del mérito”. Eso es: “a partir de la igualdad hay que educar para la excelencia”. No nos engañemos. Queda mucho que hacer, dado que “resulta sorprendente que nos hayamos convertido en un pueblo tan áspero y tan zafio” (Rosa Montero, El País Semanal). “Me temo que defender los buenos modales puede parecerles a muchos una reivindicación casposa y obsoleta. Pero en realidad los buenos sociales no son sino una especie de gramática social que nos enseña el lenguaje del respeto y de la ayuda mutua. Alguien cortés es alguien capaz de ponerse en el lugar del otro”.

En la misma revista, El País Semanal, Xavier Guix trata El terrible miedo al compromiso. Y cita a Balzac: “Puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar; pero amar y ser feliz es algo prodigioso” y a Paul Claudel: “La señal de que no amamos a alguien es que no le damos todo lo mejor que hay en nosotros”.

En la XL Semanal, Lorenzo Silva entrevista a la “viuda” de Stieg Larsson. Convivió con él 30 años, pero no ha tenido derecho a su herencia. “En Mikael Blomkvist volcó parte de su personalidad y de todo lo que expresa su rabia frente a una injusticia”.

Cine de Gestión, en Expansión & Empleo. El consultor Ignacio García de Leániz (ex compañero de los tiempos de Arthur Andersen) analiza Amazing Grace para reflexionar sobre La dignidad humana. Montse Mateos, en el mismo diario, muestra que los universitarios pueden tener sueldos que superan en un 50% a los que no poseen esta formación. Tino Fernández explica que lo de “colocarse” se ha acabado (los ciclos de permanencia en las empresas se reducen) y Tamara Vázquez radiografía el mercado laboral: más desempleo, más mileuristas, más jóvenes carentes de expectativas… En Mercados de El Mundo, una estupenda entrevista de Luis Garrido a Luis Conde (Presidente de Seeliger y Conde): “Yo no ficharía ni traería a Bush. De mi mano han venido Blair, Gorbachov, Thatcher y Clinton”. Para Luis, todos son historias de éxito, pero no el último ex presidente de EEUU.

Esta semana se ha celebrado en Santander el II Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y sólo Carmen Sánchez-Silva, en El País Negocios, se hace eco de ello (un servidor, que estuvo en la capital cántabra el pasado jueves y que suele estar al tanto del tema por razones obvias, se enteró la misma tarde por un profesor de CESINE que iba a la cena de gala; así es el desfase entre la universidad y la sociedad). Patrocinado por la Fundación Botín, fue clausurado por D. Emilio Botín, Presidente del Banco Santander. Las perlas del congreso (según el artículo de El País): “La gente no sabe que tiene inteligencia emocional” (John Mayer, co-creador del concepto); “Cómo te sientes tiene mucho que ver con cómo ves el mundo” (David Caruso, autor de El directivo emocionalmente inteligente, que señaló que el enfado es la emoción más habitual en el mundo laboral, con el 53%, y la alegría el menos frecuente, con el 19%); “La inteligencia emocional mejora el trabajo en equipo, las relaciones con los clientes, la capacidad de controlar el estrés, de liderar y asimilar los cambios” (Gloria de la Torre, Universidad de Málaga); “los métodos de medición basados en la auto-evaluación pueden resultar engañosos; la forma de medir esta inteligencia es más conductual, a través de las competencias”, “el interés y el compromiso son los valores en los que se trabaja hoy. No la satisfacción con el trabajo o la felicidad” (Richard Boyatzis); “hay que evitar estropear el desarrollo del cerebro porque luego es mucho más difícil arreglarlo” (Carlos Belmonte, Universidad Miguel Hernandez de Alicante). Emilio Botín se definió a sí mismo como optimista por naturaleza, “porque creo que facilita la obtención de resultados. Si no se confía en las capacidades que tiene una persona, una organización, una empresa o una sociedad en su conjunto, obviamente no se consiguen los objetivos”. Se declaró “un firme defensor de elementos muy importantes de la inteligencia emocional, como el saber escuchar, la empatía o ponerse en el lugar del otro, la flexibilidad y la capacidad de adaptación, el reconocimiento de errores y fortalezas o gestionar los impulsos con cabeza fría”. El Banco Santander destina 76’5 M € a la formación de sus 170.000 empleados y la Fundación Marcelino Botín ha puesto en marcha el Programa de Educación Responsable, en 98 colegios de Cantabria para desarrollar la inteligencia emocional (según el profesor Durlak, de Chicago, estos programas elevan un 10-15% el rendimiento académico de los alumnos”.

Desgraciadamente, me temo que este congreso no pasará a la historia más allá de divulgar entre expertos conceptos y estadísticas. Sí lo han hecho algunas de las campañas de publicidad de más éxito en nuestro país, según recoge M. Arroyo en La Razón. Se refiere al libro Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo, de Sergio Rodríguez. Además de aquel famoso spot del DG de Camp, los más famosos son: “No te imaginas lo que Citroën puede hacer por ti”, “Más bueno que el pan (patés La Piara)”, “¿Te falta… Tefal?”, “La chispa de la vida (Coca-Cola)”, “Lo que hacemos, lo hacemos bien (Solac)”, “Soberano, es cosa de hombres”, “¿Qué tal? Muy bien con Okal”, “Ya es primavera en El Corte Inglés”, “Maggi te quiere… ayudar”, “El frío negro contra la sed (Nescafé Frappé)”, “Hola, Radiola”, “Rexona, el desodorante que no te abandona”, “Hola, soy Edu, feliz navidad (Airtel)”, “Un poco de pasta basta (Gior)”; “Qué menos que Mónix”, “Scotch- Brite, yo no puedo estar sin él”, “Del Caserío me fío”, “Rasca, mamá (Vernel)”, “¿Qué dices? Que te fagorices”, “A mí plim, yo duermo en Pikolín”, “Un gran vaso de leche en cada tableta”, “Vuelve a casa por navidad (El Almendro)”, “Leche, cacao, avellanas y azúcar (Nocilla)”, “Tenemos chica nueva en la oficina”, “Todos contra el fuego”, “Las muñecas de Famosa”, “Hoy me siento Flex”, “Bic, Bic, Bic, Bic, Bic”, “¿Es nuevo? Lavado con Perlán”, “Atún Calvo, claro”, “El que sabe, Saba”, “Si un desconocido te regala flores, eso es Impulso”, “Busco a Jacq’s”, “Póntelo, pónselo”, “Ñaca ñaca, La Cigala” o “El primo de Zumosol”.

Y España ha arrasado a Serbia (85-63) en la final del Europeo de Baloncesto. Después de seis intentos malogrados (el último, en Madrid hace dos años), lo hemos conseguido, con victorias contundentes en cuartos, semis y la final. We are the champions! Eso sí es mérito.