¿Esto se hunde?

Jornada intensa de visita a instalaciones deportivas en Shanghai. Primero, la cancha donde se celebra el Masters Series, un edificio precioso que simula una flor cuyos pétalos se abren. Apenas utilizado más allá de ese famoso campeonato. Después, el circuito de Fórmula Uno en la ciudad del automóvil. Su utilidad, más allá del Gran Premio, es prácticamente nula. Más tarde, el estadio de Shanghai donde se jugaron los partidos de fútbol de los Juegos de 2008. Es la sede del principal equipo de esta ciudad y celebra conciertos (la cantante Sarah Brightman, por ejemplo, el 27 y 28 de este mes). Sí, China ha hecho un esfuerzo por mostrar al mundo su poderío, su mejor cara, pero estas instalaciones deportivas son ampliamente deficitarias.

La portada del último número de Fortune se refiere precisamente a este país. Un dibujo de la bandera roja con las cinco estrellas: cuatro pequeñas (soldados, campesinos, obreros y estudiantes) y la grande (el partido) hundiéndose en el agua, que refleja Pudong, la zona de rascacielos de Shanghai, y el titular: ¿Se hunde China? En la página 64, un largo artículo de Bill Powell titulado El aterrizaje forzoso de China. Se refiere a la caída de las exportaciones (la mitad desde el pasado agosto) y al aumento del desempleo (la quinta parte de los 115 millones de inmigrantes desde el interior del país). En el año 2000 había 364.000 compañías extranjeras en China; a finales de 2008, 661.000 empresas foráneas. Las inversiones en nuevas fábricas suponen el 40% del PIB.

Según el periodista de Fortune, el estímulo económico del gobierno chino representa el equivalente al 8% del PIB (565.000 M $), en tanto que el de EEUU es del 5’6% del PIB. La pesadilla del Presidente Hu Jintao, siempre según esta fuente, sería una rebelión social por un enorme aumento del desempleo. El camino por delante es “terra incognita para el liderazgo” (Dan Rosen, consultor en China).

Entretanto, el China Daily de hoy viernes 13 analiza las ideas de nuestro compatriota Mauro Guillén, Director del Programa de Crisis de Wharton (Universidad de Pennsylvania). En su opinión, la economía estadounidense tiene mucho potencial de adaptarse a las nuevas circunstancias una vez que el sector financiero se haya estabilizado. Frente a Europa, EEUU posee un mercado laboral más móvil y responsable, señala el profesor Guillén.

Respecto a China, vivirá una masiva recolocación del trabajo, desde las exportaciones al consumo interno. Significa en la práctica el reto para los directivos de elevar la calidad y potenciar las marcas. Basarse en precios baratos no va a seguir funcionando en un mercado de demanda insuficiente.

El Financial Times de hoy trata la crisis en una línea similar. En la página 9, Francesco Guerrera habla de La necesidad de reconectar. Con una retribución a los directivos inadecuada, consejos poco expertos y el exceso de cortoplacismo como culpables de esta crisis, el modelo anglosajón de los negocios debe reconducirse. Jack Welch (ex Consejero Delegado de General Electric y padre de la “Creación de valor para el accionista”), que aparece en portada, reconoce que “el valor para el accionista debería haber sido una consecuencia, no la estrategia”. La relación entre el salario del primer ejecutivo (el CEO) y un operario, que en los 60 era mínima y a mediados de los 80 de unas 50 veces, ha subido hasta 250 veces. El sucesor de Welch en GE, que ha visto ayer cómo su compañía ha perdido la triple A crediticia de Standard & Poors, ha declarado: “en los 90 cualquiera podía llevar un negocio; hasta un perro era capaz de llevar una empresa”. Efectivamente, antes las empresas tenían el viento a favor; ahora lo tienen muy en contra.

En la misma portada del Financial Times, una foto de Bernard Madoff llegando a la corte de Manhattan, donde se le acusó de once cargos. “No puedo expresar adecuadamente lo que lamento lo que he hecho”, declaró. Me gustaría creerle, pero no estoy seguro.
Viernes 13: el terror está servido.

Todos sabemos que los chinos escriben la palabra Crisis con dos caracteres: peligro y oportunidad. Esperemos que aquí, como en Occidente, sepamos aprovechar la oportunidad que la crisis nos ofrece. La oportunidad de pasar de la mentalidad mercenaria al auténtico talento directivo.