El triunfo del Talento

Ha sido una larga noche, con buenas noticias a medida que los “estados clave” (Ohio, Pennsylvania, Florida) caían del lado demócrata. Hace apenas unas horas se ha confirmado la elección de Barack Obama como 44º Presidente de los Estados Unidos de América. Si en 2004, George W. Bush se convirtió en el presidente más respaldado, con 62 millones de votos, en éstas de 4 de noviembre se han batido todos los récords: unos 135 millones de votantes, 15 millones más que hace cuatro años, más de 67 millones de votos para el candidato demócrata, un entusiasmo sin precedentes.

Susanna Griso me ha dado la oportunidad de participar en Espejo público, el programa de las mañanas de Antena 3 (por cierto, da gusto comprobar el liderazgo de Susanna en el programa) y el ambiente que se respiraba era de alegría desbrodante. La democracia (no sólo en Estados Unidos, sino en todo el planeta) necesitaba esto. Ilusión, esperanza. Un rival, John McCain, que en su discurso de derrota ha demostrado ser todo un caballero, desearle lo mejor a su nuevo presidente y ponerse a su disposición para lo que necesite. Un emocionante discurso de la victoria de Obama ante centenares de miles de personas en Chicago, siendo fiel a si mismo, apostando decididamente por la integración, por ponerse todos juntos a trabajar, por la audacia de la esperanza (título de su libro más personal).

Se ha destacado la importancia de que Back Hussein Obama sea afroamericano y lo que significa en un país en el que hace apenas 40 años la segregación era una dolorosa realidad (el discurso de Martin Luther King en Washington nos sigue poniendo los pelos de punta). Más allá de la diversidad étnica, el triunfo de Obama es el de la diversidad por encima de lo visible: del género, la etnia, la edad (el presidente electo tiene 47 años, por 72 de McCain) o la experiencia. Es, como ha dicho mi amigo Raúl Gil, “el triunfo del talento”. El de una persona preparada intelectualmente, comprometida moralmente y equilibrada emocionalmente, que ha sabido inspirar a decenas de millones de compatriotas a través de la serenidad, la claridad, la generación de ilusión. En un mundo global, un gran pensador (un poeta, como le ha llamado la escritora Toni Morrisson) puede ganar las elecciones y superar la educación populismo = mediocridad. Es una excelente noticia que nos hace creer y confiar en el futuro.

Obama ha estado presente en este blog desde sus inicios. He leído sus libros La audacia de la esperanza y Los sueños de mi padre, el análisis sobre su sentimiento religioso (La fe de Obama), bien distinto al de George W. Bush, McCain o Hillary Clinton, los análisis del periodista Lluis Basset (La oca del señor Bush) o el economista Paul Krugman (Después de Bush). No podemos hacer otra cosa que aplicar esa frase de Mao Tse Tung: “Cuando mayor es la crisis, más cerca está la salida”.

¿Qué va a hacer Barack Obama cuando jure su cargo el 20 de enero de 2009? Si cumple sus promesas (y de esto no me cabe duda), iniciar la retirada de las tropas de Irak, actuar decididamente en Afganistán, apostar por las energías renovables, subir los impuestos a los ricos, destinar inversiones a reactivar la economía, mejorar la educación y la sanidad para todos…

Pero sobre todo, confío en que Barack Obama será un gran líder en dos temas esenciales: acabar con la crispación, con el maniqueísmo, con el fundamentalismo religioso de los “cristianos renacidos” que ha presidido la política norteamericana en las dos últimas décadas. Ya no hay “buenos y malos”, “eje del mal”, seguridad para hacer frente al terror. Simplicidad estúpida y peligrosa, contraria al humanismo. Obama y McCain ya han dado muestras, acabadas la campaña electoral, de respeto, comprensión y aprecio (en el mencionado programa Espejo Público, Leyre Pajín –secretaria de organización del PSOE- y Mª Dolores de Cospedal –secretaria general del PP-, que representan el presente y el futuro de sus respectivos partidos, ya han dado muestras de actuar en la misma línea). Hay seres humanos y voluntad de encauzar la energía común hacia nobles metas, no a despedazarse en luchas fratricidas, que sirven de excusa a los talibanes de uno y otro signo..

En segundo lugar, confío y deseo que el Presidente Obama actúe decididamente para acabar con las desigualdades sociales que desde los 80 se han acelerado en los Estados Unidos y que están en la raíz de la actual crisis sistémica. Paul Krugman, Premio Nóbel de Economía 2008, relata en su último libro que si hace 25 años la primera empresa de Estados Unidos (no viene al caso nombrar cuál era, para no hacer mala publicidad) tenía una diferencia salarial entre su primer ejecutivo y sus empleados de base de más de 30 veces, hoy en día esa diferencia ha aumentado a más de 150 veces y los empleados de base tienen un poder adquisitivo que es la mitad en términos reales. Esta profunda desigualdad no sólo es aberrante, sino que genera crisis de demanda y de oferta como las que sufrimos actualmente. Un destacado abogado, que pudiendo forrarse en los más prestigiosos bufetes prefirió trabajar para los más desfavorecidos antes de ser el primer senador negro de su país, seguro que tiene la sensibilidad adecuada para reducir esas desigualdades sociales fruto de la codicia.

“Dejemos el pesimismo para tiempos mejores” (José Antonio Marina). Empieza un tiempo nuevo, de concordia, de integración, de ilusión, de esperanza.