Corazón y mente

Sábado tranquilo en Madrid.

Hoy he leído Corazón y mente, de Valentín Fuster y Luis Rojas Marcos, con la colaboración de Emma Reverter. Se trata de una obra de colaboración entre dos de nuestros grandes pensadores, un eminente cardiólogo y un destacado psiquiatra (Emma Reverter es una periodista y jurista de Barcelona que también vive, como ellos, en Nueva York).

El libro, subtitulado Claves para el bienestar físico y emocional, nos presenta 20 casos (pacientes desde los 7 hasta los 92 años) del Dr. Fuster (relacionados, por tanto, con dolencias o enfermedades cardiacas) y la opinión de ambos doctores, el que se ocupa del corazón y el que se ocupa de la mente humana. Ambos viven en la ciudad de los rascacielos, trabajan en hospitales e instituciones educativas, son deportistas (Valentín sube montañas y Luis corre maratones) y sus abuelos maternos fueron médicos rurales. Los casos son los siguientes:
- David, un niño de 7 años con fatiga y palpitaciones. Forzado académicamente por sus padres, sufre ansiedad. Obeso, cambió hacia unos hábitos saludables.
- Claudia, una niña de 9 años con fiebre, fatiga y parálisis del brazo izquierdo. Convertía problemas psicológicos en físicos (somatizaba).
- Iris, una adolescente de 17 años con desmayos, presión baja y pérdida de peso. Anoréxica.
- Jane, una joven de 18 años con dificultad respiratoria, problemas de obesidad y aislamiento. Malos hábitos alimentarios de familia. Aprendió a cuidarse y ganó en autoestima.
- Joe, un joven de 23 años con cuello pulsátil y dolor de pecho. Perdido y muy confundido, fumaba marihuana. Se independizó y dejó de fumar.
- Max, un joven ejecutivo de Wall Street con latidos rápidos e intensos, consumidor de crack. Cambió de trabajo y dejó las drogas.
- Teresa, una joven de 33 años con enfermedad cardiaca y deseosa de tener un hijo, lo que le podía matar.
- Luna, una joven de 35 años con múltiples hospitalizaciones. Adicta a la morfina.
- Lisa, mujer de 40 años con un trastorno de ansiedad y una doble operación de trasplante de corazón y pulmones. Aprendió a aceptar los riesgos de la vida y se medica contra la ansiedad.
- Isabel, mujer de 49 años con hipertensión arterial tratada con tres medicamentos. Tenía que ordenar su vida y ser ella misma.
- Samuel, hombre de 51 años, con enfermedad cardiaca desde joven y depresión. Con hambre de padre.
- Tim, hombre de 55 años con trastorno de ritmo cardiaco (fibrilación auricular) y problemas de comunicación. Dedicado al voluntariado, que le infunde vitalidad, retos e ilusión.
- Charlie, extrovertido de 60 años con enfermedad coronaria (su única fuente de preocupación). Padece ansiedad reactiva.
- Víctor, de 69 años, con empresa familiar (a los 25 años dirigía un negocio con 400 trabajadores), crisis hipertensivas (sus hijos no aceptaron a su segunda esposa) y disminución del deseo sexual. El valor de la resiliencia.
- Óscar, hombre solitario de 72 años con dolor en el pecho. Arrogante, narcisista dependiente.
- Ernest, optimista de 70 años, operado del corazón y enfermo de cáncer.
- Jan, jubilado de 80 años con infarto de miocardio y vida acelerada. Creía que bastaba con hacer chequeos, pero no cambió de hábitos. Más vale prevenir.
- Diego, 81 años, enfermedad coronaria benigna y trastorno obsesivo-compulsivo. Fue nadador profesional y entrenador, y a los 50 perdió su trabajo. Encontró el equilibrio y ahora tiene hábitos de vida saludables.
- Arthur, varón de 90 años, eufórico y con salud en declive. Vital, optimista, consumidor de alcohol.
- Gilles, escultor internacional de 92 años con achaques cardiacos y activo física e intelectualmente. El perfecto hombre renacentista.

Se trata, aprendemos en el relato, de dos caras de la misma moneda. La salud consiste en “el estado de completo bienestar físico, mental y social” (definición de la OMS).

“Mis pacientes siempre se sorprenden”, señala Valentín Fuster, “cuando hago la siguiente afirmación: si no tienes sobrepeso, no fumas, haces ejercicio físico, no eres diabético y no tienes hipertensión o un colesterol alto, las posibilidades de sufrir un ataque de corazón en los próximos diez años son casi nulas. En cambio, a partir de los 50 años de edad, si tienes tres factores de riesgo, las posibilidades de infarto son del 20 por ciento.”

Y Luis nos enseña, entre otras muchas cosas, que “he podido comprobar sin lugar a dudas que a la hora de adivinar si una persona mayor se siente satisfecha con su vida en general, la mejor pista para acertar es saber en qué medida goza de una autoestima saludable, posee una disposición optimista y considera que controla suficientemente su programa cotidiano. Suelen ser personas que captan el lado positivo de las cosas, disfrutan del espectáculo que les ofrece este mundo, hablan con facilidad y les gusta compartir con los demás sus disgustos y sus alegrías. Tienden a pensar que los problemas se solucionarán y sienten en su interior que la vida, en su conjunto, merece la pena.”

No suelen gustarme mucho los libros que cuentan casos de pacientes. Sin embargo, he disfrutado con este Corazón y mente. Una enorme aportación de dos grandes humanistas.