Falsedad, Indignidad, Oscuridad

Hemos sabido hoy que en la inauguración de los XXIX Juegos Olímpicos vivimos varias falsedades. En la ceremonia, coordinada por el director de cine Zhang Yimou, vimos cantar una Oda a la Patria a una preciosa niña de nueve años, Lin Miaoke. En realidad, la niña hizo playback. La que cantó realmente, mientras Lin movía los labios, fue Yang Peiyi, de siete años. Esta niña no salió a cantar porque un miembro del Politburó del Partido Comunista acudió a un ensayo y señaló que Yang no encajaba, por su cara regordeta y sus dientes desiguales. “Nos dijo que había un problema que teníamos que solucionar. Eso hicimos”, ha declarado Chen Qigang, compositor y responsable musical de la ceremonia. “La niña en la cámara debía ser perfecta en imagen, sentimiento interior y expresión. Lin Miaoke es excelente en estos aspectos, pero en lo que respecta a la voz Yang Peiyi es perfecta”. Y Chen añadió: “Queríamos proyectar la imagen adecuada. Pensamos en lo que era mejor para la nación”. Vaya imagen: la de la mentira.

Pero esta no fue la única farsa de la ceremonia. “Algunas de las imágenes fueron producidas antes de la ceremonia de apertura y entregadas a las televisiones para su comodidad y para lograr un efecto teatral”, ha comentado Wang Wei, Vicepresidente del Comité Orgaizador. En realidad, esa noche del 8 de agosto había poca visibilidad por la bruma.

¡Qué vergüenza! Lo malo no es sólo la falsedad con la que se cometen estas tropelías, ni la naturalidad con que mienten a más de 90.000 espectadores, a jefes de estado, a miles de millones de televidentes. Es que ocupa apenas media página en la prensa de hoy, sin la menor condena, y se toma como algo natural. Indignante.

Como también indignante es la historia del profesor Neira, que defendió a Sandra de su pareja, Antonio Puerta y recibió una paliza que le mantiene en coma. ¿Alguien en su sano juicio duda de que el profesor Neira hizo lo correcto? No es un héroe, es un ciudadano con sentido ético de su existencia, lo que hoy parece a muchos sorprendente. La pareja formada se estaba registrando en el Hotel Majadahonda cuando Antonio, de 44 años, empezó a pegarla, la arrastró de los pelos hasta la entrada del hotel, la tiró al suelo y entonces intervino Neira, que le recriminó. Hoy Jesús Neira está en el hospital, Sandra no ha denunciado a su pareja y Antonio, el maltratador, culpa al profesor por haberla defendido. La anterior esposa de Antonio Puerta ya le había denunciado por agresión. Afortunadamente, este sujeto está detenido por homicidio en grado de tentativa. La ministra de igualdad ha visitado al profesor Neira al hospital y ha comentado que es un ejemplo para toda la sociedad. Por supuesto que sí.

Esta noche, a las 9, hemos ido a ver El caballero oscuro, la nueva película de Batman. Número uno ininterrumpido en Estados Unidos desde el 14 de julio, donde batió el record de taquilla del primer fin de semana (103 millones de euros) . Con sus 296 millones de euros de recaudación, es la tercera con mayores ingresos, tras Titanic y La guerra de las galaxias. En la base de datos de Internet IMDb, la puntúan con 9’2 sobre 10, la mejor de la historia del cine (228.000 votos), por encima de Cadena perpetua, El padrino, La lista de Schindler, Star Wars, Ciudadano Kane

La película me ha parecido larga (152 minutos), excesivamente violenta, pretendidamente filosófica (los terroristas locos y sus motivos, la figura del héroe, el caos y el azar…), con personajes desiguales (magistrales los secundarios Michael Caine o Morgan Freeman, hieráticos Christian Bale o Aaron Eckhart, inquietante el difunto Heather Ledger en su papel de Joker). Muy teatral. Frases como “la locura es como la gravedad, ¿sabes? Todo lo que hace falta es un pequeño empujón”. Según Christpher Nolan, la interpretación está basada en La naranja mecánica. Leonard Martin, veterano crítico estadounidense, ha declarado al Boston Globe: “No me lo paso bien viéndole, reconozco el gran esfuerzo de interpretación de Ledger pero me parece estar viendo a un terrorista post 11-S”. Y se pregunta: “qué puede estar pasando en nuestra sociedad para que un personaje de este tipo resulte gracioso o simpático”.

“Hay tipos con los que no se puede negociar, no tienen ningún interés. Todo lo que quieren es ver el mundo arder”, dice en la película Michael Caine en su papel de Alfred, el mayor domo de Batman. No estoy tan seguro. Los sociólogos nos enseñan (con Phillip Zimbardo y su “Efecto Lucifer” a la cabeza) que los malos no son distintos de los buenos: sólo se comportan radicalmente diferente. Este Joker “a lo Bin Laden” parece ser el alter-ego de Batman (que “no es un héroe, sino más de un héroe", en palabras del director de la cinta), cada uno con su máscara (de murciélago, de payaso), en tanto que el guapo, valiente y honesto fiscal de distrito que interpreta Eckhart es una especie de Barack Obama, de gran esperanza.

Me permito incluir la entrevista al Dr. Zimbardo tras su última clase magistral en la Universidad de Stanford:
En 1971, el Experimento de la Prisión de Stanford mostró que el anonimato, el aburrimiento y la conformidad pueden inducir el comportamiento sádico en estudiantes que, hasta ese momento, habían sido "normales".
KINDSEIN: ¿En qué consistió su famoso Experimento de la Prisión de Stanford?
Dr. Zimbardo: Fue mi intento para determinar qué ocurre cuando pones a gente buena en un lugar malvado: ¿Triunfa la humanidad, o la fuerza de la situación puede acabar dominando hasta al más bueno de nosotros? Mis estudiantes de Stanford, Craig Haney y Curt Banks, y yo creamos un ambiente carcelario muy realista, una "mala cesta" en la que colocamos a 24 individuos voluntarios seleccionados entre estudiantes universitarios para un experimento de dos semanas. Les elegimos de entre 75 voluntarios que pasaron una batería de tests psicológicos. Tirando una moneda al aire, se decidía quién iba a hacer el papel de preso y quién el de guarda. Naturalmente, los prisioneros vivían allí día y noche, y los guardas hacían un turno de 8 horas. Al principio, no pasó nada, pero la segunda mañana los prisioneros se rebelaron, los guardas frenaron la rebelión y después crearon medidas contra los "prisioneros peligrosos". Desde ese momento, el abuso, la agresión, e incluso el placer sádico en humillar a los prisioneros se convirtió en una norma. A las 36 horas, un prisionero tuvo un colapso emocional y tuvo que ser liberado, y volvió a ocurrir a otros prisioneros en los siguientes cuatro días. Chicos buenos y normales se habían corrompido por el poder de su papel y por el soporte institucional para desempeñarlo que les diferenciaba de sus humildes prisioneros. Se probó que la "mala cesta" tenía un efecto tóxico en nuestras "manzanas sanas". Nuestro estudio de dos semanas tuvo que parar antes de tiempo después de sólo seis días porque cada vez estaba más fuera de control.

KINDSEIN: ¿Cómo acabó el estudio?
Dr. Zimbardo: El quinto día del experimento, una estudiante recién doctorada de Stanford, Christina Maslach, vio cómo los guardas colocaban bolsas en las cabezas de los prisioneros y les hacían desfilar con las piernas encadenadas, como zombies, mientras los guardas les gritaban barbaridades. Maslach salió llorando. Había empezado a salir con ella, y me gritó: «No estoy segura querer tener algo que ver contigo si esta es la clase de persona que eres. Es horrible lo que estás haciendo a esos chicos». Esa doble bofetada en la cara fue la catálisis para que me diera cuenta de que el estudio había funcionado demasiado bien y de que esa poderosa situación me había corrompido también a mí. Paramos el estudio al día siguiente.

KINDSEIN: ¿De qué trata "El Efecto Lucifer"?
Dr. Zimbardo: En "El Efecto Lucifer" detallo por primera vez la cronología de los acontecimientos que tuvieron un efecto tan transformador sobre casi todo el mundo que estaba implicado. Creo que entenderlo nos pone en una mejor posición para apreciar lo que el Efecto Lucifer significa realmente.
"El Efecto Lucifer" es una celebración de la capacidad infinita de la mente humana para convertirnos a cualquiera de nosotros en amable o cruel, compasivo o egoísta, creativo o destructivo, y de hacer que algunos lleguemos a ser villanos y otros a ser héroes.
Lo que mi investigación, junto con una gran cantidad de estudios psicológicos serios, ha revelado es el Poder de las Situaciones Sociales para llevar a mucha gente corriente, incluso buena, tanto niños como adultos, por el camino del mal.

KINDSEIN: Tres décadas después de su experimento en Stanford, han salido a la luz las imágenes de los abusos a prisioneros iraquíes cometidos en la prisión de Abu Ghraib por hombres y mujeres de la policía militar de Estados Unidos. Cuéntenos cuál fue su reacción al verlas.
Dr. Zimbardo: No me sorprendieron en absoluto. Yo había visto su paralelo en el sótano de Stanford, prisioneros desnudos, cabezas con bolsas, humillación sexual. Era un comportamiento inexcusable, pero no inexplicable. Mi sensación de que había similitudes enfermizas entre la prisión de nuestro experimento y cualquier prisión real en medio de una guerra controvertida. También se mencionó en las investigaciones de las causas de esta tragedia humana.

KINDSEIN: ¿Por qué eligió ese título para su libro?
Dr. Zimbardo: Lucifer fue el ángel favorito de Dios, fue expulsado del cielo al infierno por sus pecados de desobediencia, y se convirtió en el Diablo, Satán. Mi libro analiza transformaciones humanas de gente ordinaria, buena gente que es seducida por una serie de situaciones para deslizarse por la pendiente resbaladiza de la maldad.
KINDSEIN: Así que no sabemos quiénes somos.
Dr. Zimbardo: ¿Cómo podemos estar seguros de qué haríamos o dejaríamos de hacer en situaciones nuevas, diferentes de la que hemos encontrado hasta entonces? Desafío las nociones básicas de QUIÉNES creemos que somos, y lo bien que nos conocemos nosotros mismos y a otros durante nuestra vida.
¿Y cuál es nuestra capacidad de predecir lo que harían otros a los que creemos conocer bien cuando la presión de la situación les seduzca hasta el punto de violar principios morales o legales? Sólo nos conocemos nosotros mismos, a nuestra familia y amigos, a partir de pequeñas muestras de comportamiento en un número limitado de situaciones, en las que a menudo todos estamos jugando papeles concretos. Cuando tenemos la libertad de elegir las situaciones en las que entramos o que evitamos, normalmente nos dirigimos a las familiares, seguras, cómodas, donde nuestros hábitos aprendidos nos permiten desenvolvernos bien.
KINDSEIN: ¿Qué ocurre cuando nos empujan a situaciones completamente nuevas?
Dr. Zimbardo: Entonces, los viejos hábitos o las características de nuestra personalidad ya no funcionan o no son relevantes y somos vulnerables a las fuerzas de la situación, tales como la dinámica de grupos para conformarnos, la dilución de la responsabilidad de nuestros actos, la deshumanización de otros, los sentimientos de anonimato y pérdida de necesidad de rendir cuentas, entre otros. Podemos entonces hacer cosas que nunca hubiésemos imaginado que pudiéramos hacer sin las influencias sociales de ese momento y lugar.
KINDSEIN: ¿De qué sirve saber que la mayoría de nosotros puede cometer actos tiránicos si la situación lo propiciase?
Dr. Zimbardo: Entendiendo las causas y los modos en los que la mayor parte de nosotros podemos acabar en las filas de los malos, también estamos en una mejor disposición para evitar esas situaciones, minimizar su impacto en nosotros, e incluso enfrentarnos y oponernos a ellas.
KINDSEIN: ¿Cómo podemos evitarlo?
Dr. Zimbardo: "El Efecto Lucifer" proporciona indicaciones para resistir influencias externas, no deseadas ni deseables, en nuestro comportamiento, y va más allá hasta describir cómo esa resistencia al mal puede ser Heroica. Propongo que cada uno de nosotros tiene la triple posibilidad de: ser pasivo y no hacer nada, volverse malos, o llegar a ser héroes. Yo admiro a los héroes cotidianos como personas normales que hacen cosas extraordinarias.
Ser un héroe tiene sólo unos cuantos elementos clave: actuar cuando otros son pasivos; ser menos egocéntrico y estar más preocupado por el bienestar de los demás y estar dispuesto a hacer un sacrificio personal para ayudar a otra persona, a una causa o a un principio moral.
He empezado a animar a la gente a pensar cómo podemos inspirar la "imaginación heroica" de nuestros hijos, animar su creencia de que ellos son héroes en espera, pendientes de que llegue la situación en que otros sean pasivos o se comporten mal, y en las que ellos irán por el camino menos trillado hacia el acto heroico. Al instilar esos pensamientos en nuestros niños, aumentará la probabilidad de que se comporten de manera heroica cuando llegue el momento en una situación determinada. Cuantos más jóvenes estén alimentando esa imaginación heroica, menos mal existirá en nuestro universo.
KINDSEIN: ¿Hay algún espacio para los niños en El Efecto Lucifer? ¿Cómo es la maldad en los más pequeños?
Dr. Zimbardo: Los niños no nacen malos, sino con plantillas mentales para hacer cosas buenas o malas dependiendo de las influencias del entorno, de los contextos de comportamiento en los que viven, juegan y trabajan. Los niños que crecen en guetos, en zonas de guerra, en familias maltratadoras, en las calles, o como milicias infantiles secuestradas por diversas fuerzas rebeldes, viven contextos muy distintos de los niños en entornos privilegiados, no porque tengan cerebros inferiores o personalidades patológicas, sino por las fuerzas negativas del entorno que actúan sobre ellos. Incluso en ambientes menos hostiles, los niños buenos pueden empezar a hacer cosas malas por su grupo de amigos, que establece las normas para ser aceptados en el círculo mágico. Algunas veces eso consiste en molestar a otros niños, rechazarlos o incluso acosar a los que se etiquetan como diferentes, como inferiores; difunden rumores, pueden arruinar la reputación de otros niños permanentemente. Una nueva forma de maldad infantil es el "ciberacoso"-- que consiste en poner mensajes en el web, sitios como My Space o Face Book, difamando a otros niños y niñas como "zorras", chivatos, homosexuales, etc. Este acoso anónimo envía el mal hacia el mundo sin que los afectados puedan defenderse. Hace poco, un niño se suicidó por culpa de esos insultos, y algunos padres han sacado a los niños del colegio y han tenido que enseñarles en casa. En mi opinión, es una forma de mal que hiere y perjudica a niños inocentes y sus familias, que deberían prevenir los que tendrían que regular esos sitios, pero también los profesores y supervisores que deben dejar claro que va a haber tolerancia cero para cualquier tipo de acoso.
KINDSEIN: ¿Cómo debería ser un ambiente escolar para que no aparezca el lado oscuro de los niños?
Dr. Zimbardo: La mayoría de los niños son buenos la mayor parte del tiempo, es tarea de los adultos crear entornos vitales en los que jueguen, estudien y trabajen en lo que desarrolle lo mejor de la naturaleza humana, a la vez que reducen la tentación de deslizarse por la peligrosa pendiente que lleva hacia las malas acciones.
KINDSEIN: ¿Algún mensaje final, para acabar? ¿Qué vendrá después de "El Efecto Lucifer"?
Dr. Zimbardo: Mi nueva misión en la vida, mi nueva llamada, apareció mientras escribía el último capítulo de Lucifer. Al volver a pensar sobre el concepto de Hannah Arendt de la "banalidad del mal" como un tipo de excursión temporal y localmente específica en el terreno del mal para cualquier persona normal, me di cuenta de que faltaba su contrapunto. La "banalidad del heroísmo" describe a personas normales que se involucran en acciones extraordinarias de servicio a la humanidad —en particular, normalmente una situación que ocurre una vez en la vida. Como esos que hacen cosas monstruosas que parecen "terroríficamente normales", estos héroes ordinarios parecen "maravillosamente normales".Mi posición es que la misma situación que puede detonar la "imaginación hostil" en aquellos que se convierten en agentes del mal puede inspirar la "imaginación heroica" por primera vez en cualquiera de nosotros. Mi preocupación es cómo promocionar en nuestros niños esa imaginación heroica, conseguir que acepten el papel de "héroe a la espera" para una situación que llegará en algún momento de sus vidas cuando otros siguen sus caminos hacia el mal o hacia la indiferencia y, en lugar de eso, elijan actuar por otra persona o grupo o ideal sin pensar en su ganancia personal, ni siquiera el reconocimiento.Debo creer que crear una generación de esos héroes normales es nuestra mejor defensa contra el mal, ya sea en el campo de batalla, en las prisiones o en las oficinas centrales de las empresas.

Creemos héroes normales, como el profesor Neira, para combatir desde la banalización de la bondad la banalización de la maldad.