De ti depende

He asistido en Sant Celoni, junto a Arenys de Mar (provincia de Barcelona) a la reunión del Comité de Dirección de una de las principales multinacionales de alimentación de nuestro país.

Se trata de una marca mítica, que en mi infancia vendía productos memorables (y nos hacía a los niños y no tan niños unos regalos que siempre conservábamos) y posteriormente ha pasado por ciertas dificultades. Ahora forma parte de una gran multinacional, y desde hace ocho meses la dirige un primer ejecutivo que en esa multinacional lo ha sido todo. Están embarcados en un proyecto ambicioso, ilusionante, para recuperar y mejorar la gloria perdida.

Les he escuchado antes de comer debatir sobre las claves de su retribución variable para incentivar el cambio y el logro (como dice Tom Peters, “se hace lo que se paga”). Hemos almorzado juntos, charlando sobre fútbol, olimpiadas, etc. Y después hemos vuelto a trabajar.

Hemos hablado la docena de miembros de este comité de dirección y un servidor principalmente de cambio, de entorno y de liderazgo (el Director General me había pedido que este trabajo tuviera por título Cultura de alto rendimiento y gestión del talento). De la necesidad de cambiar a igual o mayor ritmo del entorno para sobrevivir (la famosa “ley de Revans”), de que la calidad de la ejecución determina la calidad de las decisiones (cultura de alto rendimiento), de la importancia de basarnos en datos y no en meras opiniones (cultura de la medición), de la conexión entre el talento y los resultados de negocio y del liderazgo (entendido como talento directivo), más importante que nunca para atraer, fidelizar y desarrollar talento y para generar un clima de satisfacción, rendimiento y crecimiento.

Han sido dos horas y media muy intensas, en las que yo personalmente he disfrutado mucho. Da gusto cuando la gestión del talento (el cambio cultural, el liderazgo) se toma tan en serio por el primer equipo directivo. Estoy convencido que con esa actitud (que determina el 65% de los resultados en una crisis como la que vivimos) van a conseguir todo lo que se proponen. También en este caso, Podemos.

Cristian, que ha tenido la amabilidad de llevarme al aeropuerto de El Prat desde Sant Celoni, me cuenta la experiencia del pasado de ver a Bruce Springsteen en el Nou Camp y la “historia de amor” entre “el Boss” y la ciudad condal. Dos días seguidos ha llenado el campo del Barça, lo que ningún otro cantante ha logrado. Y en ese ambiente genera una energía maravillosa, única, mágica.

En el puente aéreo de vuelta a Madrid he degustado el libro De ti depende, del profesor Ignacio Álvarez de Mon. Es un libro que me ha hecho mucha ilusión que se publicara, porque mantuvimos una comida juntos con amigos comunes e Ignacio manifestó su deseo de escribir su primera obra. Y así lo ha hecho, con la colaboración de una excelente editora, Helena López-Casares. Ignacio es uno de los grandes: profesor de comportamiento organizacional y director de DRH (dirección de recursos humanos) del Instituto de Empresa. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad de Salamanca, licenciado en Derecho por ICADE y MBA por la Universidad de Houston. Quienes vivimos apasionadamente esto del liderazgo, del talento y del coaching teníamos muchas ganas de que el profesor Ignacio Álvarez de Mon volcara sus conocimientos y experiencias en una obra como ésta.

De ti depende se divide en cinco actos: motivación (“el sentido del ser y del quehacer”), comunicación (“la conexión con el otro”), desarrollo personal (“hacia el ser humano potencial”), trabajo en equipo (“el compromiso compartido”), liderazgo (“gobierno de uno mismo e influencia en los demás”). Grandes temas. En cada uno de ellos, expone las teorías más valiosas junto con pequeños casos muy ilustrativos. He disfrutado mucho con el libro, porque en apenas 200 páginas nos equipa para la vida (el epílogo resume todo lo expuesto por el autor y podríamos llevarlo, plastificado, como una “chuleta” para el examen diario como profesionales, dado que el liderazgo es inteligencia emocional en más de un 90%).

Ignacio recoge maravillas como el discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford (un prodigio de síntesis y sana provocación), la historia de El buscador de Jorge Bucay (un canto a vivir con intensidad) o este “Ítaca” (lugar lejano, en griego) del poeta Constantino Kavafis:

“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca,
pide que tu viaje sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti,
si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Pide que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano que llegues,
¡con qué placer y alegría!,
a puertos nunca vistos.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje,
mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas”.

Ignacio Álvarez de Mon escribe: “cuando te centras en jugar, en disfrutar jugando sin, a la vez, escatimar un solo esfuerzo, estás más cerca de dar tu mejor nivel y, con ello, de obtener la meta. El juego, la actividad en sí misma, merece la pena. Si, finalmente, los resultados acompañan, mejor”.