Experiencia majorera

“Para mí, Fuenteventura fue todo un oasis, un oasis donde mi espíritu bebió de las aguas vivificadoras y salí refrescado y corroborado para continuar mi viaje a través del desierto de la civilización”. Quien así escribe es Don Miguel de Unamuno (1864-1936), catedrático y Rector de la Universidad de Salamanca y uno de los principales representantes de la generación del 98.

Unamuno fue enviado por el General Miguel Primo de Rivera al exilio en esta isla (desde el 20 de febrero de 1924 hasta que es indultado el 9 de julio; pero él se exilia voluntariamente, marcha a París y a Hendaya, hasta que cae la dictadura en 1930) y salió reforzado (prueba de ello es su obra De Fuerteventura a París). En 1930, Unamuno fue nombrado de nuevo Rector, Diputado y presidente del Consejo de Instrucción Pública. Desde 1934, con motivo de su jubilación, fue nombrado Rector Vitalicio de la Universidad de Salamanca y doctor honoris causa por Grenoble y por Oxford.

En la web Viajar a Fuerteventura, puede leerse: “Lo que en un principio parece arduo destino se convierte en el caso del escritor y pensador vasco, dado su particular discurso vital y filosófico, en gozoso motivo de reflexión y enamoramiento. Llegado a la Isla el 12 de marzo siguiente, el autor de Niebla va a ahondar aquí en su visión de una España quijotesca y esencial; lo adusto del malpaís, la fauna y la flora, la mar omnipresente serán elementos universales, integrados en su pensamiento estético y metafísico. Pasarán años tras su huida a París, el 9 de julio del mismo año, y todavía sus escritos reflejarán la honda huella que el paisaje y el paisanaje majoreros causaron en su ánimo.
Don Miguel fija su residencia en Puerto de Cabras, alojado en el decimonónico Hotel Fuerteventura que regenta don Paco Medina, a quien da en llamar “su posadero”. Pronto polariza un grupo de amigos majoreros, canarios y peninsulares: el funcionario don Francisco López, el joven pescador Antonio Hormiga, el párroco don Víctor San Martín. Entre ellos el más cercano ha de ser don Ramón Castañeyra, un personaje siempre relacionado con lo más destacado del mundillo literario de nuestra ciudad que va a compartir su biblioteca con el desterrado.
A la entrada de la vivienda de don Ramón se reunirá el grupo en animada tertulia, para seguir denostando el régimen militar y contemplar cómo las sombras de la tarde se adueñan del océano. Tras la partida de Unamuno y Soriano en el bergantín-goleta L’Aiglon, rebautizado Libertad para la ocasión, el bilbaíno y Castañeyra mantendrán una cariñosa correspondencia.Recorre el escritor los pueblos del interior, prueba el gofio y el queso. Lee o relee a los autores canarios. Escribe sin cesar artículos que publicarán las prensas española (bajo censura), francesa y americana. Inicia la serie de sonetos que aparecerá en De Fuerteventura a París, ya en la capital francesa. Pasea por Playa Blanca y disfruta de la naturaleza y de la tranquilidad. “El clima ardiente de Fuerteventura”, dirá después, “pone en la naturaleza un gesto sediento, pero grato y sano”.
En “Este nuestro clima”, publicado en mayo del 24 en el madrileño Nuevo Mundo, asegura del clima majorero: “¡Es una bendición, una verdadera bendición! En mi vida he dormido mejor. ¡En mi vida he digerido mejor mis íntimas inquietudes! Estoy digiriendo el gofio de nuestra historia [...]. Aquí se funden y se derriten en el lecho del alma las parábolas, las metáforas y las paradojas evangélicas”. De la evangélica pobreza de Fuerteventura saca el filósofo argumentos para amar la Isla y a su capital, sin resistirse al juego de palabras a que se presta su nombre: “en Puerto de Cabras, aquí, hay cabras –y en su mar, cabrillas–, que lamen las piedras y se mantienen”.

Un alto directivo en el negocio de las telecomunicaciones, uno de los profesionales más inteligentes que conozco, considera que las mejores trayectorias profesionales no son de desarrollo lineal, sino que disfrutan (y digo disfrutan) de una temporada de “barbecho”, en el que no son precisamente promovidos (podría parecer que son defenestrados), reflexionan sobre su carrera, toman impulso y saltan aún más de lo previsto. A Don Miguel (de Unamuno) tal vez le pasara esto: vivió una “experiencia majorera” y salió revitalizado.

Tal vez todos necesitemos alguna experiencia majorera (el patronímico de Fuerteventura) en nuestras vidas, para digerir el gofio de nuestra historia.

Me ha gustado el libro de Raimón Samsó Cita en la cima. Samsó (Barcelona, 1959) dejó una prometedora carrera en la banca para dedicarse a escribir sobre desarrollo personal (ésta es su séptima obra), dirigir seminarios y ejercer de coach. Su método de los deseos cumplidos sirve para liberar el potencial de cada uno de nosotros.

Raimon considera que “todos podemos conseguir aquello que nos sentimos llamados a realizar”. Aprender su método requiere de seis días:
¿En “quién” he de convertirme para manifestar mi mayor deseo? Celebra tu insatisfacción y convierte tu zona de oportunidad en zona de oportunidad. Hemos de tener el valor de dedicarnos a lo que amamos: ser, hacer, tener.
¿Qué deseo, de cumplirse, cambiaría mi vida? Los valores son el por qué y con su impulso encontraremos el cómo. “La vida es demasiado corta para dedicarla a lo que no te inspira”. La Visión crea la Misión.
¿Cuál es el nivel al que me sentiría orgulloso? Trascender los límites (un límite es el síntoma de un miedo). La impaciencia es un síntoma de desconfianza. No basta con involucrarse; hay que comprometerse. “Te conviertes en aquello que piensas”.
¿Qué está pasando y, sin embargo, qué debería pasar? La mayoría de las personas no consiguen sus sueños porque no traducen sus sueños en objetivos, en tareas concretas o en acciones con una fecha asignada. Conviértete en tu propio jefe y contrátate a ti mismo.
¿Cómo podría materializar mi deseo? Visualización, cambios, trabajar con las palabras (verbalizar). El zen de fluir.
¿Qué elijo hacer y cuándo lo haré? Prepárate para el éxito: lecturas, conferencias, cursos, práctica, visualización. El tiempo es la materia prima de la vida. Vive la aventura, no la sueñes.

Ejemplo de todo lo que enseña este libro. Por estas “causalidades” que uno desconoce, pero que a buen seguro no son fruto del azar, vi una vez más El Diario de Noa (la pusieron ayer en Telecinco por la tarde). Preciosa película sobre el amor. El protagonista, Noa (Noé) es un joven con escasos recursos enamorado de Ali, una preciosa chica con estudios y una posición desahogada. El amor triunfa, por encima de las diferencias de clase, de las distancias, y del Alzheimer. Como escribió Proust, “si no vives como piensas, acabarás pensando como vives”.