Leer o no leer

Según el Ministerio de Cultura, el 22% de los universitarios reconoce que no lee nunca un libro. El dato me parece terrible. Para la Fundación BBVA, el 18% de los universitarios no ha leído ni un libro en el último año, y el 13% de uno a dos.

No concibo el aprendizaje, el desarrollo personal y profesional, sin leer. Me parece uno de los hábitos más saludables, que mejor permiten captar información, reflexionar y entender el mundo que vivimos.

Hace algunos meses publiqué en Expansión & Empleo el siguiente artículo titulado Las dos Españas:
“Me temo que nuestro país está dividido en dos. Y no me refiero a la secular distinción entre España oficial y España real, ni a la herencia social e ideológica de los dos bandos de una guerra absurda y fratricida que comenzó hace siete décadas. Lo que quiero resaltar es el abismo cultural que separa a los que leemos de los que no leen. Los primeros somos una minoría del 39’6% de la población, según los datos del Eurobarómetro. Estamos, respecto al índice de lectura, a la cola de Europa, acompañados de Grecia y Portugal, muy lejos de los suecos, que pueden presumir de que más del 71% de sus ciudadanos leen habitualmente. Somos “los últimos de la fila” de los 25 en sacar libros de las bibliotecas, con 0’2 ejemplares por habitante (los finlandeses multiplican por cien ese dato, alcanzando los 20 por persona).

Esta carencia explica el retraso que sufrimos en la convergencia real con los países más avanzados de Europa. De ahí nuestro déficit de productividad, de calidad directiva, de emprendizaje, de I+D+i. Leer nos hace más libres, más maduros, más comprometidos, mejores ciudadanos. Leer nos abre un mundo de posibilidades para diseñar y alcanzar nuestro propio destino. La lectura es el gran alimento para la mente humana, una vía insustituible para el desarrollo. Es la clave de la educación. Hace pocos meses Federico Mayor Zaragoza, exdirector general de la UNESCO, nos recordaba aquellas palabras de Francisco Giner de los Ríos: “Educación es llegar a dirigir con sentido nuestra propia vida”. Informarnos (¿y formarnos?) exclusivamente a través de la televisión y la radio, pasto de opiniones ajenas, resulta empobrecedor. Y sin embargo la mayor parte de nuestros compatriotas presume sin pudor de no leer absolutamente nada.

He tenido el privilegio de firmar mis obras en la Feria del Libro de Madrid (durante tres años) y en Sant Jordi en Barcelona, y por tanto conozco de cerca las emociones que comparten los libreros y sus clientes. En palabras del Presidente del Gobierno: “Los libros apoyan la paz y el diálogo. Es difícil que de la lectura surja crispación o violencia. Sólo con pasear ante una librería uno siente que le convocan a la convivencia”.

Responsabilidad cultural corporativa: ésta es una de las nuevas fronteras de las empresas humanistas. Me consta que la mayoría de nuestros mejores directivos y empresarios son lectores voraces. Sé que muchas de las mejores organizaciones (Mapfre, Zurich, Electrolux, Vodafone, ING Direct, Microsoft o TMB) regalan libros a sus profesionales. Tenemos que ir más allá: hemos de atraer en los procesos de selección al talento que reflexiona, que se actualiza, que lee como hábito. Hemos de fomentar en los equipos la práctica de compartir lecturas y tratar sobre sus aplicaciones prácticas. Hemos de defender un liderazgo que dedique tiempo y esfuerzo a conocer el pensamiento de vanguardia. ¿Se puede hoy definir e implantar una estrategia sin haber leído sobre el cuadro de mando integral, la ejecución, la co-creación de valor, los océanos azules?, ¿se puede dar lo mejor como empresa sin estar familiarizado con lo que han escrito Savater, Marina, Álvarez de Mon, Casado o Fernández Aguado?

Vuelvo a citar al profesor Mayor Zaragoza, español universal: “La lectura es esencial para facilitar la transición desde una cultura de fuerza, de imposición y de violencia a una cultura de tolerancia, de entendimiento, de diálogo, de paz”. Precisamente lo que nuestras compañías y nuestra sociedad necesita.”

Leer, pensar, tal vez soñar. No cabe otra alternativa.