El museo del Apartheid

Hoy he dedicado mi último día en Johannesburgo a visitar el museo del Apartheid. Un museo muy diferente de los europeos: museos de bellas artes, con bellísimas pinturas, esculturas y otras obras artísticas… El museo del Apartheid fue iniciativa de Nelson Mandela como Presidente para que el pueblo sudafricano para que no olvidara su pasado (reciente).
Nunca he ido a un museo que me impactara tan emocionalmente. En el museo del apartheid abundan los vídeos con lo que sucedió, las tanquetas con las que se llevaban a la gente, las fotos de los asesinados, de las revueltas de Soweto, de los papeles en la negociación por la democracia. Le he pedido a Richard, el conductor que me ha llevado al museo, que me acompañara al museo y me contara su experiencia personal. En aquella época, Richard y los suyos se preguntaban por qué estaba encerrado Mandela, que nunca había matado a nadie (que se supiera); imaginaba que, si lo liberaban, sería asesinado a las primeras de cambio. Richard no podía sentarse en bancos de los blancos, no podía comprar bebidas por su cuenta y no podía cobrar cheques libremente. Un drama humano que explicaba con absoluta dignidad.
El nazismo fue derrrotado en Europa en 1945, pero no desapareció. Se transformó en apartheid en Sudáfrica y subsistió, para nuestra vergüenza (la de los occidentales) desde 1949 a 1991. Sólo la presión de la población, el trabajo de los sindicatos, las asociaciones estudiantiles y los partidos políticos y labor de ciertas iglesias (con el reverendo Desmond Tutu, Premio Nóbel de la Paz, a la cabeza) consiguió su labor.
No creo que haya mejor colofón a un viaje tan emotivo. Durante la visita, chicos blancos y negros de uniforme (en Sudáfrica en todos los colegios se viste de uniforme para que no haya diferencias en la vestimenta) se reían y tomaban apuntes. El apartheid era algo común hace apenas 15 años (yo llevaba una década trabajando) y sin embargo, para estos chavales era visitar un museo de historia, de un pasado muy muy lejano… Afortunadamente.
Vuelvo de Johannesburgo con optimismo, con positividad, con emociones profundas y con un verdadero respeto por los seres humanos. Espero que me dure.